Antonino Muñoz. / EPDASagunto vuelve a estar en titulares por lo de siempre: la falta de gestión del Gobierno Municipal frente a los problemas cotidianos. Esta vez son gusanos en la zona de Fusión, con denuncias vecinales que se acumulan y un Ayuntamiento que parece mirar hacia otro lado. Y no hablamos de algo extraordinario: son situaciones recurrentes, previsibles y perfectamente evitables si existiera un mínimo de planificación.
Porque todos sabemos que tras cada temporal aparecen los mosquitos, como cada verano vuelven las quejas por suciedad, o como las ratas proliferan en determinadas zonas. Cada barrio sufre lo suyo. Lo preocupante es que desde el Gobierno de Darío Moreno no hay ni la previsión ni la reacción que deberían ser básicas en la gestión municipal.
La limpieza de la ciudad, por cierto, no ayuda. Calles, solares y espacios públicos muestran un abandono evidente, y ese descuido se traduce en plagas que afectan directamente a la vida diaria del vecindario. No es casualidad que las quejas sean constantes: se han convertido en la banda sonora de Sagunto.
Y mientras tanto, el equipo de gobierno se dedica a levantar la voz contra otros problemas que no son de su competencia, subiendo a redes sociales críticas contra administraciones superiores. Qué fácil es señalar fuera y qué difícil parece hacerse cargo de lo que sí depende directamente de ellos. Ojalá pusieran la misma vehemencia y energía en resolver lo que está en sus manos.
Las prioridades de un Ayuntamiento deberían estar claras: atender a lo urgente, cuidar a su gente, mantener la ciudad limpia y segura. Pero aquí se prefiere el discurso vacío a la acción real. El resultado: plagas que se repiten, vecinos desesperados y una sensación generalizada de que, en Sagunto, la gestión municipal se ha convertido en un juego de tirar balones fuera.
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