Rafael Escrig Fayos.
¿Cómo se orienta un perro
en una ciudad, en medio de toda esa complicada red de calles, carreteras,
casas y tráfico, para saber ir de aquí a allí? Todos vamos a decir que por el
olfato, claro: Los perros con su afinado olfato se orientan y saben ir de un
sitio al otro sin perderse. Pues, sí, así es. Es un sistema que han
perfeccionado a lo largo de miles de años y les da excelentes resultados.
Nosotros, sin embargo, para orientarnos necesitamos, para empezar, mucha
memoria, un mapa, un plano desplegable de la ciudad, la aplicación guardada en
nuestro móvil, la tablet, el gps y no sé cuántas cosas más. Lo que para nosotros
es el plano de una ciudad, con sus calles, plazas, flechas y nombres donde nos orientamos
recorriendo con el dedito por donde hemos de ir, los perros se orientan con sus
propios mapas olfativos formados por: farolas, árboles, esquinas, contenedores
y puntos concretos que se conocen a la perfección. Por ejemplo –piensan ellos-,
para ir desde casa hasta el garaje, muy fácil –dicen-, farola, dos esquinas a
la derecha, farola, esquina a la izquierda y poste (poste sería para nosotros
una señal de prohibido aparcar). Otro ejemplo, para ir desde el parque al
colegio de Juanvi: árbol grande al frente, dos árboles pequeños a la derecha,
seto largo a la izquierda, farola, tres postes a la izquierda, esquina, contenedor
verde, cinco patios, esquina y el cole (no falla). Lo que les despista un poco
es cuando encuentran alguna valla por obras o algún contenedor nuevo, pero
entonces no tienen más que darle un par de vueltas para reconocerlo, lo marcan
y queda instalado en su mapa olfativo. Tan fácil como oler y marcar.
Hemos de reconocer que, el
de los perros, es un sistema tan infalible que deberíamos tomar ejemplo de
ellos ¿qué les parece? Sería estupendo para saber a la primera dónde hemos
dejado el coche aparcado sin tener que andar dos manzanas a la izquierda,
cruce, dos manzanas a la derecha, y volver desorientados por la calle de la izquierda
hasta la plaza. Al final nos acordamos de que lo habíamos dejado justo delante
de nuestra casa. A la próxima ya lo saben: oler y marcar.
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