Cada 28 de junio, el mundo conmemora el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+. No es solo una fecha para celebrar, sino también para recordar, para reivindicar, para gritar que existimos, resistimos y amamos. ¿Por qué el 28 de junio? Porque ese día, en 1969, en el bar Stonewall Inn de Nueva York, personas trans, homosexuales, drag queens y otros miembros de la comunidad dijeron basta. Basta a las redadas, a los golpes, a la humillación constante. Ese fue el punto de inflexión: la chispa que encendió una lucha global por los derechos y la dignidad.
Aquel levantamiento —liderado en parte por figuras como Marsha P. Johnson, mujer trans y afroamericana— marcó el nacimiento del movimiento moderno por los derechos LGTBIQ+. Lo que comenzó como un acto de supervivencia se convirtió en un símbolo de orgullo: orgullo por ser quienes somos, sin pedir perdón.
Hoy, más de cinco décadas después, seguimos saliendo a las calles. Porque la igualdad no ha llegado a todos los rincones. Porque el retroceso es una amenaza real. Porque aún hay demasiados silencios, demasiados miedos, demasiadas vidas truncadas. No queremos armarios, no queremos dobles vidas, no queremos mentiras.
Por todos los que tuvieron que exiliarse, esconderse, silenciar su verdad para sobrevivir.
Por los que vivieron una vida entera sin poder decir “te quiero” en voz alta.
Por los valientes que, a lo largo de la historia, se rebelaron y dijeron basta.
Por quienes hoy viven en alguno de los 64 países donde ser homosexual es ilegal.
Por quienes habitan alguno de los 12 países donde aún existe la pena de muerte por amar a alguien del mismo sexo.
Por las personas trans que son asesinadas impunemente en América Latina, en Asia, en nuestras propias calles.
Por las infancias y adolescencias que crecen con miedo, con vergüenza, con dolor.
Por los jóvenes, que deben poder amar en libertad desde el momento que surja la chispa.
Por Samuel Luiz, asesinado a golpes en A Coruña en 2021 al grito de “maricón de mierda”, con solo 24 años. Su crimen no fue un hecho aislado: fue el reflejo de una violencia estructural que aún no hemos erradicado.
Por cada pareja que camina por la calle sin atreverse a cogerse de la mano.
Por cada niño o niña que crece pensando que hay algo malo en su forma de amar o de ser.
Por eso salimos. Por eso gritamos. Por eso visibilizamos.
Porque vivir con miedo no es vivir. Porque el armario no es refugio, es prisión.
Porque la vergüenza no era nuestra, pero la cargamos durante generaciones.
Soñamos con un mundo donde no haga falta este día.
Donde ser gay, lesbiana, bi, trans, queer, no sea motivo de persecución ni de burla, sino simplemente una parte más de la maravillosa diversidad humana.
Soñamos con una infancia libre, con una vejez digna, con adolescencias sin trauma, con juventudes sin represión.
Orgullo no es solo fiesta: es historia, es lucha, es dolor, es memoria.
Orgullo es también duelo, resistencia, comunidad.
Orgullo es amar sin peros.
Ser felices sin peros. ❤️
Que la bandera arcoíris no tape las heridas, pero sí nos cobije a todxs.
Que no olvidemos nunca por qué estamos aquí ni por quién seguimos luchando.
Porque aún queda mucho por hacer. Porque cada derecho conquistado es una responsabilidad colectiva.
Orgullo de ser. Orgullo de existir. Orgullo de luchar.
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