Quico Adán.
Quico Adán. Hace unos días oí a una persona
mayor, sensiblemente preocupada y, en su particular y subjetiva forma de ver
las cosas, sinceramente preocupada, decir aquello de “Otra vez como en el treinta y uno”.
Yo le comenté que lo mismo se
decía cuando llegó Zapatero. La persona me miró confundida. Esperaba de mí una
ratificación de tal aventurado y fatalista vaticinio; tal argumento no es nuevo
y si, además vemos, las declaraciones de muchos de los nuevos candidatos (ahora
ya, miembros electos) pues una persona de mis condición religiosa y de mis
ideas políticas y sociales, razones quizá no le falten para tener ese temor.
En las RRSS se ha dado un altavoz
a todas las personas porque todas tienen derecho a expresarse libremente. Que
todos tengan derecho a opinar no significa que lo que se diga sea interesante,
mismamente este artículo puede ser considerado sin importancia por muchas
personas y descartado sin leer o al llegar a este punto o dentro de unas
líneas. No todo lo que se dice es interesante y, llevados a cierto punto, no
todos pueden opinar de todo; avituálleme de precaución y sustituya “pueden” por
“deben”.
¿Puedo opinar sobre neurocirugía?
Sí. ¿tengo derecho? Sí. ¿lo que voy a decir es importante o por lo menos, va a
estar sustentado por cierta lógica, cuanto menos, argumentativa? No. Por lo
tanto pese a que pueda y tenga derecho, la prudencia debería hacerme recaer en
el abandonado rincón del auto control.
Tanto en Facebook pero mucho más
en Twitter se ha otorgado una tribuna a todos los que quieran convertirse en un
orador de 140 letras, mejor dicho, caracteres, también , los silencios,
convertidos en molestias que quitan espacios a la letra en lugar de ser templos
de la reflexión.
Ahora se juzga a la gente que
escribe en ciento cuarenta caracteres burradas. ¿Qué se espera?, en ese número
no se puede escribir nada que no sea una burrada, una simpleza o una idea sin
desarrollo que frustre a quien la formula o contente al necio que la tenga.
Durante muchos meses se han ido
alimentando en un “agit prop 2.0” la radicalización, muy parecido a aquello que
Zapatero susurraba a Gabilondo “lo que necesitamos es tensión”. Ese movimiento
tensionante se realiza, no solo por los inventores de estas tareas de
propaganda, la izquierda, sino que también desde la derecha.
De pronto las Redes Sociales se
convierten en un campo de batalla de perfiles falsos, o peor, verdaderos, donde
el que suelta la mayor burrada, es el que se lleva el premio. Hasta la policía
ha de intervenir en este cutre “fórum”.
Sin darnos cuenta, en esta
realidad virtual, vuelve a aparecer las dos Españas, esas dos Españas en el que
el de frente es un rojo o un fascista, y todo esto dicho por personas que no
han vivido la dictadura, mucho menos la Guerra, no digamos la Segunda
República.
Pese a estas evidencias
históricas y temporales, los nietos y biznietos siguen vistiendo el traje de
batalla de sus antepasados sin saber por dónde meter las piernas y los brazos.
Se confunden socialistas con comunistas o anarquistas de la misma forma que se
mezclan falangistas, nazis y fascistas, con una falta de criterio ideológico
que describe a quien lo usa y deja patente su total necedad. Tal falta de c
juicio que a los ideólogos de los mismos
movimientos, sonrojaría o enfurecería.
Sobre todo esta realidad que, por
desgracia, poco a poco asola también a Europa pero que en mayor número arrasa
nuestro país, subyace un mal que es la falta de nuevas respuestas ante el
agotamiento de, justamente, esas teorías: liberalismo radical, socialismo,
comunismo, nacionalismo, independentismo…etc pero aquí aderezado por una
ausencia de intelectuales y de intelecto colectivo que nos iguala por abajo a
todos.
Tanto Paltón como Aristóteles
hablaban del gobierno de los mejores irrigaba la idea de la virtud. Quien sea
virtuoso es quien debe dirigir, pero hoy en día nos hayamos en una sociedad política en la
que bien por cercanías al poder, bien
por un autoeregido derecho natural a comandar una nave sin ser capitán, todos
pueden ser concejales, parlamentarios, secretarios generales, ministros,
presidentes.
Todos tenemos derecho a todo,
pero la realidad es que nacemos con deuda de oxígeno, algo tan básico como
respirar, nos cuesta un esfuerzo.
Europa vivió una etapa convulsa
de nacionalismos exacerbados, de nazismo y fascismo, así como de comunismo y
anarquismo que no trajo más que guerras y muertes, para solucionar los
problemas que surgieron del nuevo orden mundial post guerras, volvemos a
reflotar las antiguas soluciones. En las sedes de los partidos se rinde culto a
personas cuyas ideas se han demostrado totalmente inoperantes o a nuevos
líderes alzados por una maquinaria que sólo mira la idolatría inventada
artificialmente. Hoy mi líder es este, no sé por qué pero lo es y por lo tanto
es el mejor. ¡¡Luego se burlan de los que creemos en Cristo!! Al menos su
mensaje es aplicable durante 2000 años, aunque no se haya puesto en práctica
nunca.
Estoy convencido que nuestros
abuelos, aquellos que ya no están, desde donde estén, se espantarán de ver cómo
su descendencia repite mecánicamente unos mensajes vacíos de contenido pero con
el mismo afán destructivo llevados de la mano por esos líderes vacuos sin
visión.
Desde
muchos sectores, eso sí, de
la izquierda, se reniega de la transición cuando fue uno de los momentos
en los
que, justo habían sido protagonistas de ese enfrentamiento, se dieron la
mano,
no para que ahora la retiremos nosotros, sino para que juntos, todos,
afrontáramos los nuevos retos de un pais que se encontraba en ese
momento en la segunda mitad
del Siglo XX y cara al XXI. Ese es el estatus quo. Con dignidad para
todos, con reconocimiento y reparación pero conscientes de que somos el
resultado de un transcurso histórico.
Un nuevo escenario ha surgido en
el planeta, justamente, merced a Internet y a al acortamiento de distancias
entre las personas, ese acortamiento implica roce, y el roce implica empatía,
la misma empatía que surgió a principios de la Primera Guerra Mundial en las
trincheras del frente occidental entre ingleses y alemanes que no entendían por
qué el de enfrente era su enemigo y un 24 de Diciembre entonaron un Salmo
bíblico y cantaron villancicos.
El hecho de que se vea como un
problema que una persona como yo sea amiga de un nacionalista valenciano o de
un comunista es, de por si, pernicioso. De la misma manera que es inútil que
tanto ellos como yo, nos obstinemos en decir que “no me vas a convencer”
porque, se quiera o no, en el momento que existe empatía, existe asunción de
posturas opuestas y por lo tanto las murallas de nuestras ideas se enriquecen
con las de otros. Ahí está el verdadero avance, silente y pequeño pero avance.
Ante nosotros se abre la
oportunidad de una nueva idea de relación socio-política y económica, unas
nuevas “fronteras” políticas que hagan que las antiguas caigan por inoperantes, como
pasaron con las antiguas medievales, después las antiguas regias y más tarde las estatales.
Ante la nueva época se requiere
dejar paso a que los mejores nos guíen, hacer caso a los que más saben y a la
vez, intentar ser los mejores en lo que hacemos y por supuesto, ser
tremendamente selectivos en quienes pueden dirigir un país, una comunidad o un
municipio.
Ha de llegar un día en el que los
simpatizantes de unas ideologías y de otras, seamos capaces de decir a nuestros
líderes que se acabó la política del enfrentamiento y del miedo. Ahora hay
gente distinta Gobernando, demos una oportunidad a la buena gente que la habrá
y vigilemos a los que no lo son. No hagan una política antitodo lo anterior y
no critiquemos todo lo que realicen los recién elegidos.
No olvidemos que, como dijo
Kennedy “Así es que no ignoremos nuestras diferencias,
pero también dirijamos la atención a nuestros intereses comunes y a los medios
por los cuales se pueden resolver esas diferencias. Y si no podemos poner fin a
nuestras diferencias ahora, por lo menos podemos ayudar a que el mundo sea
seguro para la diversidad. Porque, a fin de cuentas, el vínculo más básico que
tenemos en común es que todos vivimos en este pequeño planeta. Todos respiramos
el mismo aire, todos valoramos el futuro de nuestros hijos y todos somos
mortales.”
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