Enrique Ballesteros. EPDAAl comienzo de los años 60 el Estado comenzó la construcción de los accesos norte y sur a la ciudad de València, para resolver la congestión que sufrían la antigua carretera de Barcelona en Horta Nord y el camino real de Madrid en Horta Sud. Se proyectaron unos nuevos trazados más hacia la costa desde Sagunto y Silla, que han ido ampliando su capacidad según la demanda y queda por finalizar una última actuación en el acceso Norte, la V-21.
Casi sin acabar la primera actuación de la pista de Silla, se tuvo que realizar una segunda por quedarse escasa, realizando una calzada única con dos carriles por sentido, que finalizaba en la zona de la ‘Pantera Rosa’.
En ese punto arranca o finaliza según se mire el tercer anillo circulatorio, la Ronda de Tránsitos, donde la mayoría de la actuación corrió también a cuenta del Estado hasta su confluencia con la avenida de Cataluña al Norte. En la parte este, las avenidas de Peris y Valero y Cardenal Benlloch fueron usadas por el transporte pesado más que por el ligero, que se distribuía con el oeste y que atravesó la ciudad hasta la apertura del Bypass en el año 1992.
Con mucha diferencia, el acceso sur es el más transitado de todos los accesos a València, con largas horas de congestión de entrada y salida. Mientras no se ofrezca otra alternativa a toda esa serie de ciudadanos que optan por el vehículo privado para acceder o salir de la ciudad, toda actuación que conlleve una disminución de la capacidad, redundará en un mayor coste para el usuario en combustible y tiempo, y para todo el conjunto en una mayor contaminación atmosférica.
Pues bien, esto es lo que conseguirá el actual Consistorio si lleva a cabo sus planes de reducir los doce carriles actuales de la avenida Ausiàs March entre la rotonda de los anzuelos y la Pantera Rosa, pasando a tan solo cuatro carriles, dos por sentido.
La justificación que he escuchado de la Concejalía de Urbanismo, que parece que quiere competir en despropósitos con la de Movilidad, es la de conseguir un bulevar para esparcimiento del peatón y lugar de encuentro entre los barrios de Quatre Carreres y Malilla. En el siglo XIX se construyeron los grandes bulevares de Recoletos en Madrid, Las Ramblas en Barcelona y el comienzo de la Alameda en València. La situación era muy distinta, no había automóviles, la posibilidad de desplazamiento de la mayoría de la población era limitada, estaba más que justificada la construcción de esos espacios verdes peatonales en las ciudades. Hoy día, en cambio, la inmensa mayoría de los ciudadanos ya dispone de un automóvil.
Responsables del Consistorio de la ciudad, no empiecen la casa por el tejado, al no ofrecer alternativas a la actual demanda de tráfico privado, para que, sí esta disminuye, puedan reducir la actual capacidad de la Avenida Ausiàs March. No gasten nuestro dinero en actuaciones perniciosas, que encima, a quienes más perjudican es a los ciudadanos, la mayoría no puede sufragarse otro medio de locomoción y estar sujetos a unos horarios. No creo que sean ustedes los que puedan retrotraer esta actuación prevista en Ausiàs March, en caso de ejecutarse.
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