La fiscal valenciana contra los delitos de Odio, Susana Gisbert. EFEReza un dicho popular que la experiencia es la madre de todas las ciencias. Y no digo que no sea verdad, pero yo prefiero tunearlo y decir que es la paciencia la madre de todas las ciencias. Y además me lo creo.
En estos tiempos en que cotizan al alza valores que ni siquiera teníamos en cuenta, la paciencia se convierte en apuesta segura en la Bolsa de la vida. Porque, aunque no figure expresamente entre las medidas indispensables para hacer frente a la pandemia, junto a la higiene, la distancia y la mascarilla, las acompaña en todo momento. Y se vuelve un ingrediente tan imprescindible en nuestra vida que sin ella al pan nuestro de cada día le faltará sal, levadura, agua e incluso harina.
Veamos si no. ¿Cómo aguantaríamos hacer colas para acceder a cualquier lugar público, cómo soportaríamos la falta de besos y abrazos, como viviríamos la transformación de la vida analógica en digital o cómo nos resignaríamos a la carencia de actos y eventos con los que disfrutábamos? ¿Cómo viviríamos estas y mil cosas más? Pues con paciencia, que no nos queda otra soportaríamos. Porque sin ella, y volviendo al refranero, el que espera, desespera. Y no nos lo `podemos permitir.
El tiempo ha pasado y ya hace más de medio año que un bicho invisible hizo visible nuestra vulnerabilidad, muyo mayor de lo que jamás hubiéramos pensado. Hemos ido viendo como todas nuestras esperanzas, algo ingenuas, que imaginaban que tras resistir el confinamiento recuperaríamos nuestra vida como el niño que después de un suspenso, lo recupera y pasa de curso, se esfuman. El virus no se ha marchado y tanto da que aprobáramos con nota la asignatura del confinamiento, que, de momento, nada de pasar de curso. Hay que seguir haciendo deberes. Despacito y buena letra.
Por mi parte, ya hace días que he decidido que, a falta de la anhelada vacuna, la fórmula mágica es la paciencia. Seamos responsables y vivamos lo mejor posible mientras esperamos que el fin de esta pesadilla llegue lo más pronto posible. Que llegará, tiempo al tiempo.
Mientras tanto, podemos hacer como los prisioneros de las películas en las celdas, ir descontando los días. Paciencia. Ya queda menos
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