El solsticio se acerca de forma inexorable. Acude a su cita
anual en medio de un escenario político marcado por unos pactos entre las
formaciones políticas para poder acceder al gobierno de las instituciones. Unos
pactos que deben acabar de cerrar el círculo del poder, una vez ejecutados en
su primera parte el pasado sábado día 13 del corriente, con las constituciones
de los ayuntamientos a lo largo y ancho de nuestra geografía. El algoritmo
electoral deparaba nuevas mayorías en las corporaciones locales, al albur de
esa norma no escrita que busca impedir gobernar al Partido Popular allí donde
sea posible, y así ha sido.
El asalto a la mayor fortaleza de los populares, su
codiciado poder local, ha sido ejecutado con una calculada precisión electoral
por la izquierda más ideologizada y populista. Un asalto trabajado
minuciosamente por los laboratorios sociales, generando un ambiente social
claramente desfavorable a un desconcertado Partido Popular. Al igual que ZP no
veía la crisis, los populares no valoraron bien la potencia de un envite
planteado en clave nacional, que ha socavado los propios cimientos de un poder
local que ha saltado por los aires, a la vista de los resultados y de los
pactos a posteriori.
Un minucioso estudio post-electoral ha puesto de manifiesto
el inmenso agujero que la abstención ha provocado en los populares. Ellos han
sido los principales damnificados de una abstención cuantificada en 360.000
votos, los verdaderos causantes de esa voladura controlada del poder popular. Y
digo controlada, porque ese electorado sigue ahí, a la espera de que los
populares recuperen esa alma perdida y se produzca de nuevo ese empoderamiento
con un votante desconcertado ante tanta imagen, preconcebida y premeditada , de
corrupción, recortes y paro por doquier, hábilmente jaleada por unos Medios que
han jugado un papel determinante y decisivo en el subconsciente del electorado.
Por eso hay que ser cautos ante unos resultados que
aparentan una cosa, desde el punto de vista cuantitativo, pero conllevan una
doble lectura desde el punto de vista
cualitativo, que puede condicionar una efímera victoria por mucho que se agiten
las banderas de una nueva política. Las Generales están ahí, y las distintas
fuerzas políticas van a maniobrar con cautela para centrarse en ellas, por lo
que cada movimiento, cada decisión que se tome será tomada en cuenta por ese
actor revitalizado en el juego político. Un actor que ha tomado conciencia de
su verdadero protagonismo, no porque lo pregonen los profetas mediáticos de la
izquierda y sus manuales de adoctrinamiento, sino porque el ciudadano va a
exigir coherencia, pulcritud y excelencia a todos aquellos que dicen ser sus
representantes, sean de donde sean.
Lo pactado obliga y
esa euforia del momento puede trastocarse si el ciudadano percibe que la
ideología, el juego del poder lo vuelve a relegar. Ahí está la nueva política,
no en esas fórmulas fallidas de modelos caducos y fracasados allí donde se han
puesto en valor. Solo hay que ver sus consecuencias en Andalucía, la Cataluña o
Baleares de los tripartitos, o el excelso santuario del Socialismo del Siglo
XXI, la populista Venezuela. Son los modelos donde se inspira una izquierda a
la que los árboles no le dejan ver el bosque. Ante el frágil escenario de poder
conseguido, donde la fractura ideológica puede ser determinante para garantizar
estabilidad y gobernabilidad, la Izquierda está demostrando su total control de la puesta en escena. Han dejado de lado el qué y el cómo lo
van a hacer, salvo alguna medida cosmética de alta repercusión mediática y
algún vademécum de compromisos multilaterales, para centrarse en una
escenificación que magnifique las alianzas de perdedores, conscientes de lo que
se juegan tras arrebatar la mayoría de sus bastiones a un partido Popular que
debe seguir fiel a sus principios para liderar un verdadero movimiento
regeneracionista que ponga a la izquierda ante su verdadera realidad.
Los ciudadanos no se equivocaron cuando determinaron con su
voto que el PP gobernara la inmensa mayoría de municipios de este país. Ni
tampoco se equivocaron cuando ante la debacle socialista, de forma abrumadora
otorgaron la mayoría más amplia de toda nuestra historia democrática al Partido
Popular. Por ello, tampoco debemos
pensar que ahora se hayan equivocado propiciando un reequilibrio de
fuerzas en el escenario político. Ellos están demandando nuevas formas de hacer
Política. Con ellos, por ellos y para ellos. Y solo el Partido Popular está en
condiciones de garantizar ese verdadero pacto con los ciudadanos. Lo otro, ya
lo conocemos.
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