Vicente Montoro. /EPDA Ahora parece que Ribó propone cosas con sentido. Ahora que estamos a las puertas de las elecciones municipales. Porque parece que ocho años no han sido suficientes para poder poner en marcha cientos y cientos de proyectos.
Partiendo de que tenemos el gobierno menos europeísta de la historia de Valencia en el sentido de que el pacto entre las fuerzas políticas ha quedado de lado para actuar por imposición, hemos llegado ocho años después a un punto donde el propio alcalde se ha dado cuenta de su incompetencia. Por una sencilla razón: Valencia no puede más.
Sacar los coches del centro, formar decenas de kilómetros de atascos en las entradas de la ciudad y provocar el caos quitando carriles, frecuencias de semáforos y demás necesita de alternativas que el gobierno del Rialto ha tardado 8 años en proponer.
No se aceptaron las propuestas del Partido Popular para la reforma de la plaza del Ayuntamiento cuando eran aún más ambiciosas, sólo porque llevaban esas siglas. No se aceptó la petición de informes que se propuso para la reorganización de la calle Colón, que luego los mismos informes echaron por tierra. Se ignoraron todas y cada una de las propuestas que se ofrecieron por el simple hecho que todos conocemos para simplemente imponer y ponerse la medalla.
Dos legislaturas a base de políticas donde la amabilidad con el ciudadano para con los cambios ha desaparecido o, mejor dicho, se ha transformado en imposición. En lugar de ampliar las frecuencias de la EMT, construir aparcamientos disuasorios y favorecer la movilidad intermodal, el gobierno de Compromís y PSPV prefirió, siempre, imponer los cambios de la forma más severa para, ahora, años después, ofrecer, de cara a elecciones, todas esas medidas. Todo al revés.
Desde ya, y sobre todo a partir de que el pasado martes se convocaran las elecciones, entre peleas y propuestas electorales entre PSPV y Compromís, que luego no tratarán de cumplir, Ribó se come el terreno de Sandra Gómez en la venta de la gestión de su concejalía de Urbanismo. Aunque claro, es el plato que ésta debe pagar para poder seguir gobernando la Generalitat, en caso de que lleguen a sumar. Pero hay alternativa.
La alternativa que ellos ahora intentan copiar. La alternativa que al son de las encuestas arrebatará la vara de mando que ahora tratan de imitar. Por una sencilla razón: la mayoría no apoya sus propuestas. Sus imposiciones han desgastado a un gobierno que, según la última encuesta publicada por este mismo medio, se queda con menos de 16 concejales dentro del Pleno municipal. En lugar de poner en marcha las medidas necesarias para mitigar los efectos adversos de sus políticas antes de promulgarlas, prefieren prometer, ahora, al son de los estudios, las medidas que el Partido Popular y María José Catalá llevan tratando de proponer, pero cuya respuesta era fácil: no.
Hay alternativa al caos de gestión que conlleva la imposición ideológica de cada una de las medidas en el pleno municipal. Hay alternativa a negar las licencias a miles de negocios que quieren abrir en Valencia y pisotear la ampliación de proyectos a Juan Roig hasta que la totalidad de la opinión pública se te echa encima. Hay alternativa a ahuyentar la Copa América. Hay alternativa a la imposición. Hay alternativa a la falta de diálogo. Hay otra manera de hacer las cosas. Hay liderazgo. Y se llama María José Catalá. Aunque, la verdad, parece que ya esté gobernando. Es cuestión de tiempo.
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