Representantes de las tres asociaciones de damnificados por la DANA en el Palacio del Temple a las 15 horas. J. C.Los medios de comunicación cada vez tenemos menos libertad, menos independencia y menos posibilidades de hacer nuestro trabajo. Hoy ha vuelto a suceder en la visita a Valencia del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, quien se ha reunido con representantes de las tres asociaciones de damnificados por la DANA en el Palacio del Temple, sede de la Delegación del Gobierno. Un acto al que han convocado a los medios de comunicación a las 10.30 y, sin embargo, no han podido acceder a los representantes de las tres asociaciones hasta las 14.45 horas, sin poder preguntar nada a Pedro Sánchez, una tomadura de pelo y una falta de respeto. Han citado a la prensa a las 10:30 horas por la puerta de atrás de delegación del Gobierno, debido al gran dispositivo de seguridad desplegado por la visita de Pedro Sánchez, que ha llegado poco después de las 11:30 horas.
Una visita de marcado tinte institucional que, sin embargo, ha dejado más sombras que certezas. Y no por el gesto de reunirse con quienes lo han perdido casi todo, sino por lo que decidió no hacer: dar la cara ante los medios y, por ende, ante los ciudadanos. La Comunitat Valenciana sigue arrastrando las consecuencias de unas lluvias torrenciales que han destrozado cultivos, viviendas e infraestructuras, y que han dejado al descubierto importantes carencias en materia de prevención y respuesta por parte del Estado. En este contexto, la visita del presidente del Gobierno era esperada como una oportunidad para anunciar medidas concretas, aclarar cifras y comprometerse con una reconstrucción ágil y eficaz. Nada de eso ocurrió.
El silencio de Sánchez se traduce en una falta de respeto institucional y comunicativa hacia una región duramente golpeada. No comparecer ante la prensa significa no responder preguntas incómodas, no rendir cuentas, no explicar por qué las ayudas han tardado tanto o por qué aún no hay un plan de prevención estatal claro para fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes y virulentos.
Más allá de las fotos con asociaciones, los valencianos necesitan explicaciones, garantías y hechos. La empatía no se demuestra en privado, sino con transparencia pública. En un momento en el que la ciudadanía exige claridad, la estrategia del silencio solo alimenta la desconfianza y refuerza la sensación de que, para el Gobierno central, la periferia sigue estando lejos, incluso cuando está bajo el agua.
Horas de espera
La reunión entre las tres asociaciones de damnificados por la DANA —Asociación Víctimas Mortales DANA 29-0, Associació de Víctimes de la Dana 29 d'Octubre de 2024 y Asociación Damnificados de la Dana Horta Sud Valencia— y el presidente del Gobierno ha sido a puerta cerrada. Dentro solo han podido acceder algunos gráficos.
Había muchísimos medios acreditados, la mayo medios acreditados y la mayoría se ha quedado en una sala de prensa habilitada en la delegación, donde los que cabían en las mesas trabajaban con sus portátiles, otros solo en sillas, hasta que la mayoría se ha salido al pasillo (tenían el aire a -0º dentro de esa sala).
Otros periodistas se han quedado en la calle para ver reacciones de la gente, donde había cuatro gatos al grito de “Pedro Sánchez, a prisión” o "Prensa española, manipuladora!". Y la Policía Nacional ha ampliado el cordón policial hasta la acera del viejo cauce, donde podían permanecer. Por la puerta principal de delegación del Gobierno no se podía acceder (desde varios metros antes la Policía cortaba el paso).
Finalmente, los portavoces de las asociaciones han comparecido ante los medios a las 14:45 horas en el patio del Palacio del Temple. Pedro Sánchez y el resto de autoridades han salido por la puerta principal, y los medios gráficos solo han podido acercarse hasta el medio del patio para inmortalizar la salida. Delegación del Gobierno ya había avisado previamente que el presidente no haría declaraciones, sino que serían los damnificados los que informarían de los asuntos tratados en el encuentro. Se echó de menos la tele de plasma... de Mariano Rajoy.
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