Imagen de prisioneros supervivientes en Mauthausen - ccAntonio Díaz, Eloy Ferrer, Benito Giménez, Luis Hernández y Elogio Masegoso. Ellos son los cinco utielanos que acabaron sus días en los campos de concentración nazi y cuya memoria ha recuperado Pepe Yagüe Garzarán, jubilado y explorador de nuestro pasado, en un estudio titulado ‘Los utielanos que pasaron por campos de exterminio nazis y fueron asesinados en Mauthausen o Gusen’.
Yagüe, atraído por la casualidad primero, y por la curiosidad más tarde, ha escarbado en los archivos del Ministerio de Cultura y Deporte donde ha podido comprobar la crueldad del supremacismo. “A nosotros y a nosotras, los que vinimos después, nos correspondió sufrir estos acontecimientos por partida doble –afirma el autor del estudio–, por padecerlos in situ, en el propio terreno, y por el ocultismo que sufrimos de nuestras familias, probablemente por miedo y por parte de nuestros profesores, quienes narraban una falsa o incompleta historia durante más de 50 años”.
De refugiados a apátridas
En mayo de 1940 el ejército alemán invadió Francia e hizo prisioneros a miles de republicanos refugiados allí. El cambio jurídico promovido por el cuñado de Franco, Serrano Suñer, hizo que los prisioneros de guerra españoles fuesen considerados prisioneros políticos de la Gestapo y apátridas con el consiguiente traslado desde los campos de detención en el frente a los campos de concentración nazis sin aplicárseles el estatuto de la Convención de Ginebra. Este fue el destino que vivieron buena parte de los republicanos españoles como es el caso de estos cinco utielanos.
El propio Yagüe reconoce que ha habido muchos hechos “imposibles de descubrir” por la destrucción de archivos civiles y eclesiásticos durante la Guerra Civil pero consigue dibujar un perfil de cada una de las personas desaparecidas con considerable precisión. Antonio Díaz Cañada, según explica Yagüe, nació en Utiel el 14 de junio de 1898 y falleció en el campo de Gusen el 21 de julio de 1941. Fue Teniente de Seguridad y Asalto, Capitán del 9º Grupo destinado a la plantilla de Cuenca en el 37 y Capitán de Infantería en Barcelona. Tras la contienda civil española tuvo que abandonar el país y, aunque se desconoce por dónde cruzó la frontera, apunta a la posibilidad, más que probable de que fuera ubicado en el Campo de Argelès-sur-Mer o en Saint-Cyprien, los campos de refugiados que más españoles acogieron “un infierno sobre la arena”, según palabras del famoso fotógrafo Robert Capa quien visitó las instalaciones en 1939. Díaz Cañada salió del campo, adscrito probablemente al Cuerpo de Trabajadores Extranjeros una vez iniciada la II Guerra Mundial pero fue capturado y trasladado al campo Stalag XI - B Fallingbostel, en la baja sajonia, al noroeste de Alemania. Allí permaneció hasta su traslado al campo de exterminio de Mauthausen donde falleció un año antes del final de la guerra dejando viuda a su mujer, Teresa Ras, y huérfanos a sus dos hijos. A pesar todo, “no todos tuvieron tanta suerte”, explica Yagüe Garzarán pues la “malévola intervención de Serrano Suñer, político y abogado de extrema derecha, conocido por su papel durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura, además de por ser cuñado de Franco, ya que privó a los españoles del ‘estatus de presos’ y fueron considerados apátridas”.
El rastro de Benito Giménez Ariza es más difícil de seguir, aún así, Pepe Yagüe explica que nació en Las Casas de Utiel el 3 de abril de 1914 y falleció con 25 años en el campo de exterminio de Mauthausen. Al parecer, Giménez debió ser deportado al cruzar la frontera en 1939 y ser capturado en Saint-Dié, Vosges, combatiendo junto a las Compañías de Trabajadores Extranjeros. Estuvo recluido en el campo Stalag VD - Estrasburgo. Finalmente fue deportado también a Mauthausen en diciembre de 1940 donde moriría un año después.
un rastro olvidado
Natural de Utiel, Eloy Ferrer Díaz nació en 1907 y falleció en diciembre del 41. Como en los anteriores casos, se vio obligado a refugiarse en Francia tras la Guerra Civil donde debió incorporarse a alguna de las Compañías de Trabajadores de Extranjeros. Pasó a trabajar en la Línea Maginot o bien con el Maquis francés al inicio de la II Guerra Mundial hasta que fue detenido y enviado al campo Stalag XI-A de Altengrabow, al suroeste de Berlín. Finalmente, falleció en Gusen, a donde fue trasladado en diciembre de 1941, dejando mujer y tres hijas.
El más longevo de los cinco utielanos recogidos en el estudio de Pepe Yagüe fue Eulogio Masegoso Latorre quien falleció a los 45 años en el campo de exterminio nazi de Mauthausen. Masegoso fue Sargento de la 4ª Compañía del primer batallón de la 122 Brigada Mixta del Ejército Popular de la República. Tras cruzar la frontera frnacesa fue detenido por las tropas alemanas en la bolsa de Épinal y trasladado al Stalag V-D de Estrasburgo como Benito Giménez pero con quien podría haber coincidido tanto en este campo como en Mauthausen adonde fueron trasladados en las mismas fechas y asesinados.
La última de las víctimas recogidas en el estudio de Yagüe es Luis Hernández Escamilla, utielano nacido en 1913, Sargento del XI Cuerpo del Ejército de la 26ª División, Brigada 21, 2º Batallón, Compañía de la P.M. que se formó en el Frente de Aragón, a partir de la columna Durruti. Durante su implicación en la II Guerra Mundial con el ejército francés, Hernández Escamilla fue apresado y enviado como prisionero de guerra al Stalag XII D (trier), un campo ordinario destinado a prisioneros militares. Como curiosidad, el autor señala que podría haber coincidido en este campo con el filósofo y escritor parisino, Jean-Paul Sartre, quien tuvo más suerte. Luis Hernández fue deportado finalmente al campo de Mauthausen donde fue ejecutado apenas un año antes del fin del conflicto.
Otras nueve personas de la comarca fueron deportadas a Mauthausen
En total, fueron 14 los vecinos de la comarca que fueron trasladados a campos de concentración nazis. De todos ellos, tan solo tres pudieron llegar vivos al final de la contienda y el 5 de mayo de 1945, fueron liberados. El resto, acabaron sus días en estos campos de exterminio. Entre los ‘afortunados’, se encuentra Vicente Márquez de Vez (Villargordo del Cabriel), Ricardo Domínguez Berlanga (Camporrobles) y Eleuterio Gilabert Ramírez (Caudete de las Fuentes). Con dos días de diferencia, fueron asesinados los dos vecinos de Venta del Moro en noviembre de 1941, Amancio Borja Moya y Román Pérez Murcia. También los tres requenenses que fueron deportados fallecieron bajo el yugo nazi: Bonifacio Domínguez García, Francisco Martínez Aser y Eugenio Ortiz García; así como el fuenterrobleño Manuel Pérez López
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