Pere Valenciano. La corrupción es un cáncer en cualquier lugar y circunstancia. Y como tal hay que combatirla con todas nuestras fuerzas. Como la corrupción es inherente a la condición humana, cuando alguien decide ganar dinero ilícitamente, es la justicia la que debe actuar dictando sentencias que castiguen a los sinvergüenzas. Éstos deben pagar por lo que han hecho y la condena debe servir como aviso para navegantes.
Pero no sólo la justicia debe denunciar y castigar al corrupto. Junto a la justicia -que desgraciadamente es muy lenta y está en muchos casos politizada-, el periodismo juega otro papel determinante para exterminar esta asquerosa lacra, que en plena crisis resulta vomitiva. Es cierto que cada medio de comunicación tiene una línea editorial y unos intereses empresariales, pero si no fuera por los muchos casos que destapan los periódicos, ni la justicia, ni la opinión pública conocerían muchos de los trapicheos.
Pero no nos equivoquemos, la corrupción es un cáncer que debemos combatir todos: jueces y periodistas, principalmente, pero la sociedad en su conjunto, que debe aislar al corrupto.
La corrupción es una bomba que puede acabar de hundir un sistema política, financiero e institucional que se está desmoronando después de tanto esfuerzo realizado tras la muerte del dictador Franco. Un sistema que ha engordado tanto las administraciones públicas en España, que ahora tienen que pasar por el quirófano urgentemente para someterse a una extrema cura de adelgazamiento, so pena de muerte por sobrepeso.
Un sistema que ha desarrollado un modelo autonómico que parecía perfecto, pero que los políticos se han encargado de hundirlo, creando empresas públicas, duplicando entes y organismos para enchufar a afines o inventando embajadas en el extranjero. Un puñetero cuento que nos hemos tragado y que ahora tenemos que pagar entre todos.
Cajas envenenadas
Un sistema que envenenó inteligentemente a las cajas de ahorro para acabar hundiéndolas con políticos y representantes de sindicatos copando consejos de administración, muchos de ellos sin formación y sólo presentes como cuota de tal o cual partido, tal o cual sindicato. Cobrando por obedecer órdenes, cobrando por dar créditos millonarios a empresarios amigos y dilapidando el dinero de todos. ¿Quién paga ahora el hundimiento? Los ciudadanos de a pie.
Por tanto, a los jueces valientes e independientes, gracias. Por ello, a los periodistas que investigan y publican informaciones comprometedoras, gracias. Y gracias también a los ciudadanos que combaten, de una manera u otra, cualquier tipo de corrupción, una de las principales causas de la situación en la que nos encontramos.
Puedes leer otros artículos de la sección El Picudo en
www.elperiodicodeaqui.com/seccion/picudo
Comparte la noticia
Categorías de la noticia