Verónica Alarcón-García. /EPDA «Buenas tardes, soy Pedro y estoy realizando una encuesta para el CIS sobre las elecciones autonómicas y municipales en la Comunidad Valenciana del 28 de mayo. Su teléfono ha sido obtenido al azar. La entrevista será grabada. ¿Sería tan amable de contestar a nuestras preguntas?»
«¡Por supuesto!» No podía perder la oportunidad de formar parte de ese grupo privilegiado de ciudadanos que puede manifestar su opinión ante un organismo público tan respetable. Especialmente en estos días los barómetros de intención de voto y de estimación de resultados electorales cobran vital importancia y mi cuerpo lo sabe. Contestaré con la mayor sinceridad posible.
Al fin y al cabo, he participado en lo que estrictamente se considera el proceso democrático desde que cumplí los 18. No sólo yendo a depositar la papeleta sino también como vocal en una mesa electoral desde la que pude observar el revoloteo inquieto de apoderados e interventores que culminaba con sus miradas inquisitivas durante el recuento final.
Con cada pregunta enunciada con un cansado hilo de voz, pude reflexionar sobre mi trayectoria como votante. Creo que ningún partido ha gozado de mi confianza más de una vez, con lo que pueden hacerse una idea de mi entusiasmo con la clase política. Me temo que esta vez no va a ser diferente. Es posible, como le dije a Pedro, que decida a quién votar el mismo día de las elecciones. Me inquieta la facilidad con la que olvidamos las decisiones de los gobernantes y más aún todo lo que se nos escapa o el filtro desde el cual recibimos la información. Que levanten la mano los que consultan la fuente primaria y la contrastan con otras para conformar sus opiniones o decidir su voto.
Ardua y laboriosa tarea. Al menos tenemos un margen de un cuatrienio para rectificar si nos arrepentimos. Aunque, por otro lado, cuatro años dan para mucho. ¡Que se lo digan a los de ahora! ¡Y a los que vienen, que siempre amenazan con derogarlo todo! ¿Les apetece una partidita? Pito Pito, gorgorito, ¿dónde vas tú tan bonito? A la era verdadera, pin, pan, fuera.
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