El tenor Plácido Domingo (c) en "Nabucco" en el Palau de les Arts de Valencia. EFE/Juan Carlos Cárdenas Plácido Domingo recibió este lunes el reconocimiento del público que
llenaba el Palau de les Arts de València por su interpretación del papel
protagonista de la ópera Nabucco, de Verdi, en un montaje que resaltaba
la defensa del concepto patria y en el que también brilló con luz
propia la soprano Anna Pirozzi, en el papel de Abigaille.
En su
primera actuación en España después de que este verano una veintena de
cantantes le denunciaran en norteamérica por acoso sexual, Plácido
Domingo realizó una impecable interpretación del rey babilonio, que
culminó con una sentida versión del aria "Dio de Giuda" (Dios de Judá),
que fue recibida con bravos y aplausos.
El público valenciano,
que llenaba el aforo de la sala principal como en las grandes ocasiones
(las entradas estaban agotadas varias semanas antes del estreno), se
identificó una vez más con el cantante madrileño, uniéndose de esta
forma al camino marcado por otros teatros europeos (como Viena, Salzurgo
y Zurich) que le han respaldado después de que Plácido Domingo
cancelara sus actuaciones en Estados unidos y dimitiera de su cargo de
director artístico de la ópera de Los Ángeles.
Mientras recibía
las ovaciones del público al final de la obra, desde los pisos
superiores del patio de butaca se lanzaron octavillas con una foto del
tenor y la frase "gracias del público, maestro Plácido Domingo. El
esplendor del arte. El amor por la música".
La otra gran
triunfadora de la noche fue la soprano italiana Anna Pirozzi con una
exhibición vocal portentosa, que le permitió brillar en todas sus
intervenciones, en arias, cavatinas, dúos y tríos, en especial en
"Anch'io dischiuso un giorno", en el segundo acto, y en "Deh perdona, en
el tercero, en un papel, el de Abigaille, muy exigente por los
continuos saltos de voz, pero que lo resolvió de forma sobresaliente en
una noche memorable.
Thaddeus Strassberger realizó una puesta en
escena a la antigua usanza, con decorados de cartón piedra, pero
introduciendo la acción en un teatro de la época en que se estrenó la
obra (en la Scala de Milán en 1842), cuando los austríacos habían
invadido la Lombardía y el pueblo italiano se rebelaba contra esa
ocupación.
El proscenio lo ocupaban unos palcos en el que tomaron
asiento unos aristócratas austríacos que fueron llegando mientras
sonaba la obertura. Al final de la ópera, cuando el público ovacionaba a
todo el elenco, Anna Pirozzi se dirigió a estos singulares
"espectadores" y se enfrentó teatralmente a ellos, devolviendoles las
flores que les habían lanzado mientras el coro desplegaba una bandera
italiana de parte a parte del escenario y volvía a entonar el canto de
los esclavos hebreos "va pensiero" (vuela pensamiento), en una evocación
de la patria perdida, derrotada por los babilonios.
Simultáneamente,
otro grupo de actores enarbolaba otra bandera italiana de dimensiones
más reducidas con dos "uves"(viva) y la palabra "Verdi", con la que los
italianos de 1942 reivindicaban a "Vittorio Emanuele Rey De Italia"
(cuyas siglas eran VERDI) sin ser represaliados por ello por los
militares austríacos.
La escenografía de los otros actos incluía
vistosos decorados de cartón piedra y telones superpuestos, en los que
no faltaban la tradicional arquitectura e iconos sirios y hebreos, con
frisos, mosaicos, grandes columnas estriadas, tapices y cuadros, que se
iban sucediendo para enmarcar el templo de Salomón o el Palacio de
Nabucco en Babilonia.
La óptica de la narración cambió en el
tercer acto, junto antes del "Va pensiero", cuando el escenario se
transformó hábilmente y el espectador tuvo la perspectiva de encontrarse
entre bambalinas viendo como se desarrollaba la acción desde detrás del
telón.
Fue una noche de éxito, en la que el Coro de la
Generalitat estuvo memorable, y una Orquestra de la Comunitat Valenciana
dirigida con sapiencia por Jordi Bernàcer. Junto a ellos tuvieron
también actuación destacada el tenor Arturo Chacón-Cruz (Ismaele), el
bajo Riccardo Zanellato (Zaccaria), Alisa Kolosova (Fenena) y Dongho Kim
(Gran Sacerdote de Baal).
La actuación de Plácido Domingo
convirtió el estreno de esta versión de Nabucco, producida por la Ópera
nacional de Washington, en todo un acontecimiento, en el que hubo mayor
presencia de empresarios (como el presidente de Mercadona, Juan Roig, y
el de la Autoridad Portuaria de València, Aurelio Martínez) que de
políticos (con la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen
Amoraga, como principal representante).
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