Pobreza y gasto social educativo son dos
parámetros inversamente proporcionales,
por lo que los descensos en el gasto público educativo están
suponiendo un incremento en el grado de pobreza de los sectores menos
favorecidos. Así lo demuestran las cifras.
El descenso en el gasto público en educación ha sido continuado
desde el año 2009 hasta la actualidad, resultando que en 2014 ha
sido de algo más de 46.000 millones, un 4,43% del PIB, en la
actualidad se destina a la educación un 0,6% del PIB menos que en
2009.
Este descenso del gasto público ha obligado, en primer lugar, al
incremento del gasto de las familias. Ahora bien, no todas las
familias han podido permitirse destinar parte de sus recurso a la
educación de sus hijos porque una buena parte de ellas carecen de
cualquier tipo de recursos, hay que recordar que donde vive el 20% de
la población con ingresos más bajos, el porcentaje de los niños
que no pueden disponer de ropa nueva ha crecido desde un 3,8% en el
2009 a un 6,5% en el 2014, y los que reflejan las carencias
alimentarias básicas también han crecido considerablemente,
triplicandose en algunos casos. Por lo cual se puede decir que el
incremento de la desigualdad se hace patente cada vez más , pues el
riesgo de pobreza en los niños es cada vez más alarmante, llegando
en algunas comunidades a la cifra alarmante del 45,3%,
Debemos pensar y ya poner soluciones y no quedarse solo en
palabras: “ la educación obligatoria debe ser gratuita”. Debería
ser nuestro objetivo y la de todos los gobiernos, pues el no hacerlo
tiene la respuesta de una exclusión social, y educativa que muchos
de nuestros niños y niñas no se merecen.
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