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Este año se conmemora el centenario del nacimiento del gran cineasta valenciano Luis García Berlanga y parece ser que los políticos de nuestro país se afanan en rendirle un sentido homenaje desde el principio y desde lo más alto, en este caso en forma de guion cinematográfico. El episodio vivido recientemente en el Congreso de los Diputados en torno a la reforma laboral ha sido un espectáculo bochornoso digno de una película del genial director valenciano.
Podríamos hablar de muchas cosas, podríamos hablar de cómo es posible que un diputado se equivoque tantas veces apretando un botón, podríamos hablar de si estaba en Cáceres o en Madrid, podríamos hablar de si prevalece el voto telemático o presencial, podríamos hablar de si prevalece la posición de partido o la personal… pero bajo la humilde opinión del que suscribe, lo más importante de todo es entender cómo es posible que aquello que han pactado empresarios y sindicatos pueda ser tumbado por unos políticos simplemente por motivos partidistas.
Lo que está ocurriendo en nuestro país lamentablemente es que aquellos partidos que mueven las riendas acumulan mucho poder y tienen capacidad para influir en aspectos sobre los cuales deberían mantenerse al margen. Ahora estamos hablando de la reforma laboral pero hay muchos otros campos en los que se evidencia este control y para ello simplemente hay que preguntarse si el poder judicial en nuestro estado es realmente independiente del poder ejecutivo y del legislativo.
La pregunta ahora va en relación a saber si este capítulo esperpéntico será un caso aislado o simplemente es el primer homenaje político de los muchos que se van a suceder durante el presente año berlanguiano. Me gustaría pensar que éste ha sido un caso aislado pero lamentablemente no confío en que sea así, creo que vamos a seguir asistiendo a espectáculos bochornosos de este estilo durante todo el año y creo que el mejor homenaje que podrían rendir las altas esferas políticas de nuestro país al genial cineasta valenciano es dejar de mirar por sus intereses partidistas y mirar de una vez por todas por los intereses de las personas.