Pongámonos
serios. Llevo escribiendo en dos periódicos durante tres años,
cerca de doscientos artículos y en ninguno de ellos me he puesto
verdaderamente serio. He hablado sobre todo lo humano y lo divino,
como dice un amigo. He criticado todo lo criticable. He
contado anécdotas en primera persona y he sido el perdedor, el
ejemplo de lo que criticaba. He hablado de los viejos, de las
mujeres, de las bicicletas, de los fumadores, de la nostalgia del
tiempo pasado, del tráfico, de los clientes del café y de
los usuarios del autobús. Sobre todo de los usuarios del autobús,
que somos todos. Es muy fácil hablar de todo esto. Hay tema
para rato subiendo a un autobús o tomando un café en el bar de la
esquina. Hay tema para rato si te sientas en el Ambulatorio y
esperas media hora. Hoy quiero ponerme serio y olvidar asuntos tan
triviales ¿no les parece? ¿Por qué no subir el nivel? Hoy
podríamos hablar de política.
Me
detengo un momento y caigo en la cuenta de que no entiendo nada
de política, que mis opiniones están manipuladas por la
publicidad, por los comentarios de la calle, por las noticias y
por todas esas cosas que falsean y manipulan la realidad. Vuelvo
a detenerme y me pregunto ¿pero cuál es la realidad? ¿Alguien
la conoce? Hablaremos de economía, de la bolsa, del IBEX, del
Banco Europeo, de los intereses de la deuda. No he de pensarlo
demasiado: de todo esto entiendo mucho menos, lo confieso.
¿Alguien lo entiende de verdad?
Ya
sé, podríamos hablar de religión, de eso sabemos todos. Dejo pasar
un instante; me quedo con la mirada perdida en la pared de
enfrente y al cabo de un minuto y medio reconozco que una cosa es
opinar y otra saber. El Papa Francisco acaba de criticar a los suyos
diciéndoles que muchos de ellos viven demasiado bien para lo
que predican. Sospecho que al final veré rehabilitado a
Galileo. Antes de seguir avanzando les adelantaré que de
deportes tampoco puedo hablarles pues no entiendo nada en
absoluto ¿entienden ustedes? Sólo me resta poder hablarles de los
eternos conflictos internacionales, de las guerras, de los
refugiados, de las dictaduras o de los intereses políticos y
económicos. Pero les cedo el espacio, el papel y la pluma. Prefiero
continuar con temáticas tan prosaicas como hablar de los
pobres que piden con un vaso de Coca Cola, de los asientos del
autobús, de la proliferación y uso de los tatuajes, de las
rotondas o de la posibilidad de hacernos invisibles. Lo siento,
no puedo ponerme serio..
http://rafaelescrigfayos.tk
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