José Enrique García. /EPDACuando pensamos en vikingos, lo primero que nos viene a la mente son imágenes de barcos espectaculares, conquistas épicas y aventuras inolvidables. Pero lo que realmente garantizó su éxito como exploradores, guerreros y comerciantes fue algo menos evidente pero igual de poderoso: los vikingos eran expertos en team building. Sin workshops ni sesiones de coaching, su manera de trabajar en equipo nos deja lecciones que siguen siendo valiosas hoy en día, a pesar de ser en muchas ocasiones muy rudos.
La clave de su éxito radicaba en la coordinación perfecta. En sus famosos barcos largos, cada miembro tenía un rol claro y esencial: los remeros trabajaban en sincronía, el timonel marcaba el rumbo, el vigía escaneaba el horizonte, y todos confiaban unos en otros para mantener el barco a flote y en movimiento. Cualquier error individual afectaba al grupo, lo que fomentaba un fuerte sentido de responsabilidad colectiva. En esencia, los vikingos sabían que el éxito del equipo era más importante que el protagonismo individual, una lección crucial para las organizaciones modernas.
Además, practicaban un liderazgo inclusivo y democrático. Aunque los jarls eran los líderes, las decisiones importantes se tomaban en las thing, asambleas abiertas donde todos los miembros de la tribu podían opinar. Este modelo, que hoy llamaríamos liderazgo participativo, fortalecía la confianza, el compromiso y el sentido de pertenencia, convirtiendo a los equipos vikingos en unidades cohesionadas capaces de enfrentar cualquier desafío.
Otra práctica destacable era su forma de celebrar los logros. Tras regresar de expediciones exitosas, organizaban banquetes donde todos compartían los frutos de su trabajo. Estas celebraciones no solo reconocían el esfuerzo colectivo, sino que también reforzaban los vínculos entre los miembros del equipo. Hoy sabemos que reconocer los éxitos es una estrategia poderosa para mantener motivación y compromiso.
Los vikingos también eran resilientes. Navegar por mares desconocidos y conquistar territorios hostiles requería adaptabilidad, creatividad y trabajo conjunto. Cada miembro sabía que formaba parte de algo más grande que sí mismo, lo que les daba un propósito y una dirección clara, incluso en los momentos más difíciles.
Si buscas inspiración para construir un equipo sólido, los vikingos tienen mucho que enseñar. Con roles bien definidos, liderazgo inclusivo, celebraciones estratégicas y un fuerte sentido de propósito, ellos lograron grandes conquistas. Tú también puedes aplicarlo a tu organización. Después de todo, el éxito no es solo cuestión de barcos bien construidos, sino de equipos bien dirigidos y comprometidos. ¡Sin necesidad de cascos con cuernos!
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