Aunque el sentido común es el menos común de los sentidos, todo el mundo entenderá que no se sostiene que una persona que haya superado con éxito un concurso-oposición, y que se haya ganado a pulso su plaza en la función pública, no puede tener peores condiciones laborales y vitales que quien va a ser estabilizado de forma extraordinaria. El principio de justicia se ha roto en España.
El Gobierno Central va a estabilizar a una cantidad ingente de funcionariado interino educativo bajo el pretexto de que Europa le obliga pero, la realidad es que Europa lo que ha dicho es que, en España, hay un alto número de personas interinas en la función pública y que hay que poner remedio a esta situación. El cómo ha sido decidido por las administraciones públicas españolas optando por la vía fácil y rápida pero, también, profundamente injusta y disolvente del prestigio de la función pública.
La felonía es que las personas que se hayan encerrado en sus casas durante años para estudiar, sacrificando amistades, familia, pareja y experiencias, que hayan realizado inversiones ingentes de dinero en hacer cursos certificados, comprar material o pagar academias, que hayan perdido en este largo camino parte de su salud y parte de su vida, vean como ahora se decide “otorgar-regalar” plazas de
funcionariado de carrera al funcionariado interino. Se podría haber optado por unas
oposiciones masivas, y más sencillas, pero esto, por lo visto, es lo que vendrá
después del regalo. A partir de ahora las oposiciones serán mucho más sencillas. Más
estafa para quienes llegamos hace poco. ¿Quién nos va a compensar por esta
estafa? El tiempo y la salud no se puede devolver.
No se trata de dividir más al funcionariado público pero, todo el mundo conoce a ese
eterno interino que no se presenta a las oposiciones de forma meditada, ni mucho
menos las estudia, porque está más cómodo trabajando, cada 1 de septiembre, en el
colegio-instituto que tiene cerca de su casa. Y, además, se ha dedicado a cursar por
placer estudios que le puntúan. El problema-estafa es que este tipo de profesorado
pasará a ser funcionariado de carrera, y lo hará sin tener que enfrentarse a un
desgarrador concurso-oposición, sin tener que realizar un duro curso de prácticas
bajo la supervisión de la inspección educativa, lo hará sin tenerse que irse a trabajar
a otra comunidad autónoma para ganarse la vida, lo hará sin abandonar su tierra y su
gente, lo hará sin tener que conducir tres horas al día y, cómo no, sin tener que pagar
un elevado alquiler que consume gran parte de su salario. Además, tendrá, con toda
probabilidad, más puntos que quienes conquistamos nuestra plaza hace pocos años.
Se dará la paradoja que quienes tenemos una plaza conquistada, con esfuerzo y
sacrificio en un concurso-oposición,estaremos peor que quienes la van a obtener con
este procedimiento extraordinario. No podremos optar, con la nueva realidad, a las
plazas definitivas, a los traslados de nuestra plaza a otras comunidades o, a una
aprobación de una comisión de servicio. Estaremos condenados a seguir
trabajando lejos de nuestro hogar por haber peleado para tener una plaza de
funcionario de carrera. Ha triunfado la mediocridad.
Exigimos un concurso estatal de traslados, extraordinario y con carácter de
urgencia, para el profesorado funcionario de carrera que consiguió su plaza
superando el procedimiento ordinario de concurso-oposición. Y lo queremos sin
condicionamientos imposibles, sin exigencias infértiles, y sin burocracia frustrante.
Todas las plazas disponibles deben ofertarse ya. No es legítimo que quienes
superamos con éxito un concurso-oposición vivamos de forma más precaria que
quienes no lo hicieron. Tampoco es lógico que haya gente de Valencia trabajando en
Tarragona, gente de Lleida trabajando en Alicante, gente de Cuenca trabajando en
Madrid o, gente de Murcia trabajando en Málaga, todos de forma obligada, sin
elección, y que ninguno pueda regresar a su tierra en un tiempo razonable.
Estabilicen a nuestros compañeros, ya vemos que es un proceso irreversible y
muchos de ellos se lo merecerán. Todos, desde luego, no. Pero hagan que ese regalo
no penalice, más a aún,a quienes aprobaron su concurso-oposición hace unos pocos
años. Nos lo merecemos y España se lo agradecerá.
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