Vicente Cornelles. /EPDA Una de las características relevantes -entre otras muchas- de las Hogueras de San Juan de Alicante (que estos días están en plena efervescencia) y de las Fallas de Valencia, y que hablan de la magnificencia de estas fiestas internacionales, es que cada una de ellas cuenta con una Hoguera y Falla oficial, municipal, costeada íntegramente por el ayuntamiento respectivo y que subraya el relato sin piedad de que el consistorio correspondiente cree firmemente en sus festejos mayores como escaparate de la ciudad. Monumentos oficiales que dan carta de naturaleza a las propias Hogueras de Alicante y Fallas de Valencia. En Castellón, erroneámente (es mi opinión personal, claro), se decidió bautizar como Gaiata de la Ciudad del año siguiente al monumento ganador del concurso oficial de gaiatas con el argumento del honor para la comisión ganadora convertirse en mal llamada Gaiata de la Ciudad.
La verdad es que, primero esa decisión es de una falta de ambición gaiatera impresionante, y, segundo, nunca será Gaiata de la Ciudad porque no la paga la ciudad, el Ayuntamiento, la costea de sus fondos propios la comisión. A todo caso será Gaiata de la Gestora. Y más gasto aún, porque esa misma comisión tiene que desembolsar de su propio presupuesto la cesión de la obra para que desfile al año ulterior detrás de las reinas de las fiestas. Una comisión que, además, tendrá que arrastrar el monumento en el cortejo. La jugada, de esta forma, le sale gratis al municipio.
Es atávica la cicatería del Ayuntamiento de Castellón en materia de fiestas. Como institución no ha creído nunca firmemente en la riqueza y potencial económico y turístico de las fiestas de la Magdalena. Por ello, cualquier acción festera que signifique no invertir ni un euro les parece perfecto. La última Gaiata de la Ciudad como tal data de 1983, una obra de Collado de grato recuerdo y que se mantuvo hasta 1986. Me consta la buena voluntad del actual equipo municipal de gobierno de devolver a los festejos mayores de la ciudad su protagonismo absoluto y su intención de dar a las gaiatas el realce que se merecen.
Por eso, es necesario que el consistorio se decida a ofrecer a los castellonenses una verdadera y legítima Gaiata de la Ciudad, a cargo de los presupuestos municipales, con la que el Ayuntamiento refrenda su vocación de ser el primer gaiatero de la ciudad, el primer implicado en mantener, conservar y potenciar las tradiciones de la ciudad.
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