Laura Sáez. /EPDA El pasado mes de diciembre el Pleno de la Diputación de Valencia aprobó los primeros presupuestos del equipo de gobierno presidido por Vicent Mompó. Unas cuentas ambiciosas, equilibradas y prudentes, que ascienden a más de 598 millones de euros y reflejan la voluntad de hacer políticas realistas y flexibles. Huyen, por tanto, de los artificios, la propaganda y el sectarismo.
Es así porque creemos firmemente en las potencialidades de nuestra provincia y en el rol de liderazgo que ha de jugar la Corporación provincial para mejorar la calidad de vida de nuestros municipios, especialmente de los más pequeños, con mayores necesidades. Por supuesto, sin tener en cuenta el color político. Y precisamente el presupuesto es el instrumento idóneo para plasmar la acción de un nuevo equipo de gobierno que tiene la determinación de ejercer ese necesario liderazgo vertebrador.
Frente a argumentarios escritos de antemano y a discursos demagogos y llenos de prejuicios, que pretenden generar división e infundir en la gente temores sin fundamento, vayamos a los hechos y a las realidades:
El presupuesto mantiene aquellas partidas y líneas de actuación valoradas por nuestros alcaldes y alcaldesas, a la vez que incorpora nuevas demandas y proyectos en beneficio de todos nuestros pueblos, con una planificación realista que evita recurrir al endeudamiento. Nuestro objetivo es claro: queremos que cada partida del presupuesto se gaste y se ejecute, que el dinero destinado a los municipios se quede en los municipios y no retorne a la Diputación por no haber podido ejecutar los proyectos.
De hecho, muestra de este realismo y de la ambición de la nueva Diputación es el Pla Obert d’Inversions 2024-27, un plan sin precedentes con una partida global de 350 millones de euros, la más alta de la historia de la Corporación, frente a los 288 del anterior mandato. Así, cada año invertiremos en nuestras comarcas más de 87 millones, frente a los 72 millones de la legislatura anterior.
Elaborado por el área de Cooperación Municipal que dirige la vicepresidenta primera, Natalia Enguix, y presentado por el presidente Mompó en diciembre, este plan incluido en el presupuesto ofrece a los municipios no solo más dinero, sino también más flexibilidad y facilidades en la planificación y en la ejecución. Además, reduce la burocracia y aumentará la eficiencia, con tres convocatorias o plazos que se abrirán cada ejercicio para presentar los proyectos, sin temor a que los plazos se pasen y tengan que renunciar a las subvenciones, como venía ocurriendo.
En suma, se trata de mejorar sustancialmente la gestión y la eficacia para acabar con los bajos niveles de ejecución de los planes anteriores gestionados por el socialista señor Fernández Bielsa, quien ahora se presenta como adalid del municipalismo. Sin embargo, su grupo ha sido incapaz de presentar enmiendas técnica y legalmente correctas para ser estudiadas e incorporadas al presupuesto.
Por otra parte, lejos de lo manifestado por algunos agoreros, hay que subrayar que los municipios van a seguir beneficiándose de las transferencias del Fondo de Cooperación Municipal, que el presupuesto mantiene con 40 millones de euros para el ejercicio 2024, sin perjuicio de que se podrá aumentar con cargo al remanente.
Igualmente, en contra de profecías no cumplidas, el presupuesto apuesta decididamente por la protección del medio ambiente y la sostenibilidad, así como por las políticas de igualdad y la lucha contra la violencia hacia la mujer, con un incremento del 30%. Todo ello sin dogmatismos, postureos ni pancartas y con la voluntad de priorizar la ejecución el presupuesto y agilizar el pago de ayudas, algo que no hicieron quienes imparten lecciones de feminismo.
Además, la recuperación del patrimonio cultural e histórico-artístico, la defensa de nuestras tradiciones y señas de identidad, y la seguridad ciudadana forman parte de algunas de las líneas novedosas del presupuesto, que además incorpora importantes incrementos en la lucha contra la despoblación y el apoyo al mundo rural, fondos europeos e innovación, servicios sociales, ciclo integral del agua y el Consorcio de Bomberos, entre otras partidas.
Ahora bien, la Diputación no tiene que ser un mero cajero automático de subvenciones. Por ello, también apostamos por otras políticas vertebradoras del territorio con una destacable inversión en la red de carreteras y caminos de interés territorial o con la red de oficinas comarcales para hacer una Diputación más cercana.
En definitiva, son unas cuentas con perspectiva global y visión de conjunto, pero centradas en los problemas concretos, como ha señalado el presidente Mompó. En todo caso, el presupuesto es un documento vivo y abierto, susceptible de ser modificado y mejorado en función de las necesidades a lo largo del ejercicio con aportaciones de todos. Frente a políticas de muros y bloques que no queremos para la Diputación, seguimos apelando al diálogo con todos los grupos políticos, pues siempre estamos abiertos a sugerencias de mejora y a negociar por el bien de los 266 municipios y las tres entidades locales menores de la provincia de Valencia.
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