Amparo Sampedro El debate de la segunda moción de censura de esta legislatura presentada por la extrema derecha contra el presidente del gobierno, ha coincidido con la llegada de la primavera meteorológica en el hemisferio norte. Una época proclive al ensimismamiento.
En buena parte de la Comunitat Valenciana se suman, además, la resaca fallera y la del viento de poniente; es decir, un anclaje óptimo al sofá para ver qué ocurre, mientras los pies siguen en remojo y el cuerpo comienza a aclimatarse para lo que viene.
Es una situación ventajosa para la observación de lo que sucede, esta que construyen la primavera deseada, el recuerdo aún fresco de la fiesta y el tórrido verano que ya vislumbramos. Porque si no fuera por esas tres circunstancias, seguiríamos consumiendo este periodo electoral agotador que desde 2019 no ha hecho sino provocarnos lagrimones avergonzados durante los significativos desfiles protagonizados por la extrema derecha y por una derecha incapaz de la mínima muestra de valentía política, ya sea en platós de televisión y radio, en tribuna parlamentaria o a través de los distinguibles (que no distinguidos) medios de comunicación que las arropan.
A estas alturas y vistas así las cosas, con el verano casi en los talones y las imágenes de fallas en el archivo más reciente, ni el bochornoso espectáculo del profesor Tamames y su viscosa vanidad celebrada a lo grande, ni la burla infame proferida al Congreso por el grupo parlamentario proponente ni siquiera la consabida danza del cortejo que el PP le ha vuelto a brindar a la extrema derecha, merecen más análisis o más sesudo que el que provoca el debate sobre Valencia y morir o no de éxito en unas Fallas cada vez más insostenibles.
Pensemos. Ha sucedido lo esperado. A saber: a) que nadie le debía un homenaje a Ramón Tamames en sede parlamentaria y así ha sido, que no lo ha recibido ni de quienes lo han propuesto; b) que Aitor Esteban sigue siendo un orador brillante y c) que perder el tiempo sigue siendo la consigna de quienes dicen representar a la España que madruga.
En fin, que lo de Isabel la Católica ha sido el único sobresalto.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia