Imagen del concurso de dulces. Foto: EPDA.
El concejal de fiestas Salvador
Ávila, el concejal José Mª Esteve, el cura Juan José Llácer y el médico José Mª
Esteve fueron los honorables miembros del jurado a quienes les cupo el honor de
ser los primeros en probar los dieciséis dulces participantes en esta primera
edición: brazo de gitano, tarta, palmito, roscos, almendra, fresa, mazapán,
crema, merengue, nata… en fin, un trabajo realmente muy duro.
Afortunadamente, en este
tipo de concursos no es el jurado el único que puede emitir su veredicto, ya
que una vez realizada la entrega de premios, el centenar de vecinos ―y, sobre
todo, vecinas― que se había acercado a la puerta del ayuntamiento para seguir
el concurso en vivo y en directo también tuvo su recompensa: hubo degustación
de productos con la ayuda de los festeros, que se encargaron de ir moviendo las
bandejas por la plaza para que cada uno se sirviera.
“¿Qué más bonito que
comenzar las fiestas de una forma dulce y agradable?”, se preguntaba la
alcaldesa Merche Sanchis mientras daba buena cuenta de una de las tartas
participantes. “Menos mal que no soy jurado, porque no sé si habría podido
probarlas todas. Pero me parece una gran idea, porque Puçol es un pueblo con
una gran tradición pastelera y este tipo de concursos puede permitir
promocionar nuestra gastronomía”.
Fue precisamente la
alcaldesa, junto al concejal de fiestas, la encargada de realizar la entrega de
premios que, como es lógico, también fueron dos: el palmito de mazapán de Rosario
Montañana obtuvo el galardón ―y los 60 euros― al mejor dulce tradicional de
Puçol, mientras que la tarta de fresas de Andrea Romer fue la ganadora del
premio al mejor dulce en general… y sí, también se llevó 60 euros.
Resuelto el dilema de los
premios, mientras los asistentes daban buena ―y sabrosa― cuenta de los
dieciséis dulces típicos, una duda iba extendiéndose entre los asistentes:
¿cómo era posible que Juanjo, el cura, estuviese en la plaza ejerciendo de
jurado si en esos mismos momentos había misa en la iglesia de los Santos Juanes
―que, por cierto, también son dos―?
La respuesta quizá tenga
que ver con esas desapariciones momentáneas que algún miembro del jurado
realizaba entre cata y cata de dulces: en algunos casos se sabe que era para
fumar, en el caso de Juanjo seguramente era atender a sus feligreses. O eso, o
también tenía un doble. Sin duda, un punto de partida con el que Luis García
Berlanga habría disfrutado para crear un nuevo episodio de su saga Patrimonio
Nacional.
En cualquier caso, ya son
dos las nuevas ideas puestas en marcha durante el primer fin de semana de
fiestas: el mercado medieval y el concurso de dulces. Ambas han conquistado a
los vecinos y casi, casi podemos asegurar que su presencia en futuras ediciones
de las fiestas está garantizada…
Y es que no hay nada como
conquistar a los vecinos por el estómago y el paladar.
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