Eduardo Ovejero.
Deberíamos convenir que, en una sociedad plural
formada por personas libres, la política no ha de pretender organizar la vida
de todos, sino crear las condiciones para que cada uno pueda, en libertad,
hacer realidad sus aspiraciones legítimas.
Este conjunto de condiciones para una
convivencia de todos en libertad es lo que constituye el bien común, que es
responsabilidad de todos, pero de manera más directa de quienes ejercemos
legítimamente el poder político.
Hace ya mucho tiempo, no somos pocos los
ciudadanos que asistimos impotentes a la avalancha de noticias que ponen en
duda la honradez y el sentido común de nuestra clase política. Da igual que
miremos a la derecha que a la izquierda, a los partidos nacionales o a los autonómicos,
a las formaciones antiguas o a las que tienen apenas unos años de vida.
Esta situación ha instaurado la desesperanza y
una falta de confianza hacia la política que se ve agravada por la crisis
actual y especialmente por las situaciones de penuria que tantas personas y
familias sufren, en un escenario que parece desbordar la capacidad de nuestros
gobernantes y de la clase política en general. Y se empeora todavía más, a la
vista de las irregularidades y de los escándalos que venimos padeciendo.
Por ello en estos tiempos difíciles, en que no
abundan los análisis certeros ni las ideas creativas, nos resistimos a aceptar
como algo inevitable que no existan valores y criterios éticos, o a resignarnos
y desinteresarnos por la vida común.
Al margen de lo que los expertos puedan ahora
acabar proponiendo, la ciudadanía lleva ya largo tiempo expresando con
claridad, sondeo tras sondeo, su diagnóstico sobre nuestro actual sistema
político y dejando claro lo que al respecto desearía que se hiciera.
Los españoles demandan —y de forma masiva— que
nuestra cultura política vuelva a estar impregnada de los valores de respeto,
diálogo, capacidad de comprensión mutua, transacción y pacto que
caracterizaron a nuestra transición a la democracia.
Una buena definición de los valores es la que
los define como aquello por lo que vale la pena luchar, lo que es correcto,
incorrecto o deseable, lo que es importante, lo preferible, aquello que
constituye la base de una vida digna, y también aquello que puede valer la pena
sacrificar en la vida de una persona.
Valores como la lealtad, el respeto, la
capacidad de lograr algo, la honestidad y la responsabilidad, el conocimiento
y la comprensión, la satisfacción y la sensación de paz, son de entre otros,
valores por los que debemos todos luchar juntos para reincorporarlos a la
vida diaria.
Debemos convencernos de lo que conlleva la
responsabilidad de todo ciudadano hacia el bien común de la sociedad actual y
de las futuras generaciones, aunque no se sienta una vocación concreta por la
actividad política. Si los miembros de una sociedad solo se consideran sujetos
particulares, si se desentienden de los intereses generales e incluso ven en
lo público un obstáculo que hay que procurar sortear, difícilmente se podrá
hablar de ciudadanía y se producirá una ruptura inevitable entre la sociedad y
el Estado.
En definitiva es importante que reconozcamos que
lo que reclama la ciudadanía es que el sistema político sea menos autista,
menos cerrado sobre sí mismo y se haga más abierto y poroso al mundo exterior.
El Presidente Fabra, hace unas horas, en el
Debate de Política General, ha propuesto unas medidas concretas para que
nuestra Comunitat vuelva a ser pionera en tomar iniciativas para revitalizar la
vida democrática ya no sólo en nuestra tierra, pues estas propuestas pueden
ser aplicadas en el resto de España. Algunos Medios de Comunicación siendo
estas cruciales no recogen. ¿Por qué será?
Una Ley de Transparencia, buen Gobierno y
Participación, la Comisión para Estudio de Reformas en nuestra Ley Electoral,
y la puesta en marcha inmediata del Portal de Transparencia donde cualquier
ciudadano además de poder conocer pormenorizadamente cualquier gasto de la
Administración Autonómica pueda indicar sus propuestas para participar en la
formulación de políticas y valorar la acción del Gobierno, que estoy
convencido, van a contribuir a la Regeneración Democrática tan reclamada por
todos, pero sólo de momento iniciada a través de acciones concretas por pocos.
Aquí en nuestra Comunitat, los populares con su
Presidente al frente ya hemos comenzado el camino, deseamos que en breve nos
acompañen en ese nuevo sendero el resto de fuerzas democráticas de nuestra
Comunitat Valenciana.
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