Passejà de San Onofre en Quart de Poblet. EPDALa Passejà de sant Onofre sigue creciendo en
espectacularidad en su camino a convertirse en Fiesta de Interés Turístico
Autonómico, un objetivo en el que trabajan el Ayuntamiento de Quart de Poblet,
a través de la Concejalía de Turismo, que dirige Maite Ibáñez, y la asociación
Amics de la Passejà. Más de 250 kilos de pólvora se quemaron durante las dos
horas y media de recorrido por las calles del municipio, con los “coeters” y
las “coeteres” (cada vez se animan más mujeres) prendiendo los cohetes asidos
por las características tenazas. No faltaron la alcaldesa, Carmen Martínez, una
nutrida representación de la corporación municipal y este año la visitó el portavoz
del grupo socialista en las Cortes Valencianas, Manuel Mata.
La Passejà de sant Onofre, declarada Fiesta de Interés
Turístico Local de la Comunidad Valenciana el 4 de junio de 2007, se remonta al
año 1723. Con esta procesión votiva los vecinos y vecinas del municipio rinden
homenaje a su patrón, en la víspera de su onomástica, y le agradecen su
intercesión.
El recorrido se inició a las 22.30 en las puertas de la
ermita. A lo largo del trayecto, se realizan varias “rodes de foc”, en las que
los portadores de los cohetes se sitúan en círculo o haciendo un pasillo y
prenden todos a la vez los cohetes, originando una imagen extraordinariamente
llamativa. La primera “roda” es la que realizan los niños y niñas que han
ganado el “Concurso Escolar 2017, Sant Onofre y la Passejà”, organizado por
Amics de la Passejà con el objetivo de consolidar la fiesta y asegurar su
continuidad. Luego le siguen las de la citada asociación. Además, se han
incorporado a la Passejà dos espectáculos pirotécnicos de gran nivel.
La Passejà forma parte de los actos programados en honor a
San Onofre, que llevan en marcha toda la semana con charlas, concurso de dibujo
escolar y salidas culturales, entre otros. El paso del tiempo ha configurado
varios elementos que la caracterizan, haciéndola peculiar y seña de identidad
propia de Quart de Poblet.
El primero es la figura de san Onofre, que es paseado por
las calles del pueblo. Su anda, denominada cariñosamente “la coveta”,
representa el momento en que el santo ermitaño recibe la comunión de manos de
un ángel en su cueva. Está fechada en 1941 y su autor es el escultor valenciano
Rafael Pérez Contel. Esta imagen es réplica de otra más antigua, probablemente
del siglo XVII, destruida en la Guerra Civil.
En segundo lugar: la participación popular, representada por
el Ayuntamiento y los vecinos y vecinas que acompañan al santo, detrás del
anda, de manera informal y distendida.
La pólvora,
con las ruedas de fuego que se realizan en determinados puntos del recorrido, y
con la fila de coheters de la asociación Amics de la Passejà, que
encienden luminarias y cohetes de salidas, sujetados con unas tenazas de
madera, así como la música, tanto del grupo de tabal i dolçaina que abre
la procesión como la banda que la cierra, contribuyen a señalar el carácter
festivo del acto.
El nacimiento de la Passejà se
remonta al siglo XVIII. Cuentan los mayores que al finalizar la primavera de
1723 la situación de los labradores de Quart de Poblet, que eran la mayoría de
los habitantes del pueblo, era desesperada. Había una gran sequía y los meses
de lluvia habían pasado sin dejar casi agua. El río, además, apenas llevaba
caudal, y las acequias hacía días que no portaban agua.
Por esta razón, cuando en la noche
del 9 de junio se arremolinaron las nubes de tempestad, en muchas casas
empezaron a dar gracias a san Onofre por haber escuchado sus peticiones y no
haber abandonado a sus hijos de Quart en esa situación angustiosa. Pero la
alegría en seguida se convirtió en un grito de desesperación cuando empezaron a
caer en las calles del pueblo gordas piedras de granizo: Si las cosechas
estaban debilitadas, aquella piedra sería la perdida completa y el paso al
inicio de una temporada de hambre. Los labradores salieron en plena noche a los
campos para tratar de salvar lo que se pudiera. Allí, en la huerta, se
percataron de que mientras al pueblo continuaba cayendo la piedra, en los
campos sólo llovía agua beneficiosa.
En seguida, entendieron que eso era
una señal de la protección del patrón del pueblo y, corriendo, se concentraron
en la puerta de la ermita, y abriendo las puertas, sacaron el anda de viejo
ermitaño para agradecerle su intervención milagrosa.
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