Jesulín y Belén Esteban. FOTO TELECINCO.ES
Kiko Rivera. FOTO TELECINCO.ES Hubo un tiempo en que en España los famosos cobraban por ser artistas en el sentido más amplio de la palabra: actores, bailarines, pintores, escultores, arquitectos o incluso vedettes. Hoy siguen viviendo de su trabajo la inmensa mayoría, pero de un tiempo a esta parte prolifera en la televisión una nueva clase de famosos: los hijos de (tal famoso/a), los participantes en (tal programa de televisión, sobre todo reality) y los ex de (tal famoso/a). Y dos ejemplos destacan sobre los demás y brillan con luz propia: Kiko Rivera y Belén Esteban.
El primero forma parte de la categoría 'hijo de'. Kiko Rivera es famoso desde que nació, por ser hijo de Isabel Pantoja y Francisco Rivera 'Paquirri'. Se ha pasado toda su vida, muy a su pesar, perseguido por la prensa del corazón y los paparazzi, llenando páginas y ocupando horas de televisión, enriqueciendo a empresas, periodistas, tertulianos, colaboradores y frikis patrios. Y, ahora, le ha llegado su turno. Para que se forren todos, ya que las leyes permiten la persecución contra los famosos, pues yo también. Así lo ha debido pensar y ha comenzado a coger las riendas de su popularidad para sacar tajada.
Kiko Rivera es un filón. Es feo, pero muy gracioso. Es hijo de un torero fallecido -un mito- y una folklórica. Es famoso, en definitiva. Y eso pone cachondas a muchas. Que para algo salen como setas reivindicando en la televisión que lo acaba de contratar, un polvo o un gatillazo, que para el caso, valen lo mismo. Pero Kiko parece que ha aprendido la lección. Y no se equivoca.
La otra famosa que gana tanto como sufre es Belén Esteban. Cuanto más ha crecido en popularidad, más ostias recibe. Así es la envidia en este país. La princesa del pueblo es amada y odiada a partes iguales. Su mayor mérito radica en haber sido pareja de un torero y engendrar una hija, tan famosa como el pollo que no quería comerse -cómete el pollo, coño-. A partir de ahí ha ido llorando de plató en plató su desgraciado abandono y la televisión la ha convertido en una estrella porque una parte de la sociedad se siente identificada con esta Cenicienta de la España del siglo XXI.
Expuesta hasta el agotamiento a los focos que la persiguen a todas horas, ha terminado por sacar rédito de una persecución de la que se alimentaban televisiones y revistas del corazón. 'Pues si ellos cobran, yo también'. Y así ha ido evolucionando el personaje hasta convertirse, no ya en la princesa del pueblo -deslenguada y vulgar en muchas ocasiones (como el pueblo)-, sino en copresentadora que convierte en oro cada bronca con su pareja y cada vez que Jesulín o su (ex) santa esposa tosen o se resfrían.
Y yo qué queréis que os diga. Podrán ganar mucho dinero, pero, ¿ello les da derecho a ser atacados todos los días en multitud de programas de televisión -incluso de la propia cadena-, en las revistas del corazón... simplemente por ser famosos? Ex novias, ex amantes, compañeros tertulianos... ¿Cualquiera puede criticar, insultar, calumniar y ridiculizar a un famoso en este país por el mero hecho de serlo y rentabilizarlo? Tanto rasgarnos las vestiduras cuando España entera debería reconocerles que gracias a ellos son muchas las personas que no pasan hambre en este país. Belén, Kiko, gracias por darle de comer a tanto friki.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia