Rafael Escrig i Fayos.Hace un par de meses, empecé
a calcular qué hacer al día siguiente de mi jubilación. Me queda muy poco y he
de estar preparado. Desde la mesa del ordenador -que es mi Cuartel General-
comencé a planificar y perfilar el proyecto. Una cosa así no se puede hacer a
tontas y a locas; se necesita mucho cálculo y concentración. Pensé en el general
Eisenhower diseñando el desembarco de Normandía sobre un mapa desplegable. Así
lo vemos en las películas: una mesa de 5 x 2 con un mapa, una regla y una escuadra
de madera, y todo el alto mando garabateando sobre ese mapa (con lápices de
colores marca Alpino), rayas, flechas y círculos. En realidad lo mío es mucho
más importante. Sobre todo porque se decide el futuro, mejor dicho, cómo voy a
emplear ese futuro.
Estos son los primeros
proyectos que esbocé:
1º/ Buscar en Internet páginas
que hablen de la jubilación y entrar en algún blog, para ver lo que dicen los
demás. Seguro que de esto saco alguna idea o, por lo menos, veo cómo les va a
los otros.
2º/ Preparar el viaje de mi
vida. Ese que siempre quise hacer y nunca pude, porque se necesitaban más de
treinta días que son las vacaciones que tengo en mi empresa. Ponerle fecha de
salida, pero no de regreso. Eso es lo que me gustaría de verdad: Alquilar una
caravana y largarme al Polo Norte, a Vladivostok, a Ciudad del Cabo, a Seúl. Lo
más lejos que pueda llegar con cuatro ruedas.
3º/ Meterme en la cocina
hasta saber hacer todas las comidas que hacemos en casa. Incluso alguna cosa
más complicada, y, por supuesto, la paella. He de aprender a hacer paellas.
4º/ Aprender un idioma extranjero,
el chino, por ejemplo, o el ruso, o quizá el árabe. Un idioma poco usual y con
futuro. El famoso inglés, ese que todos hemos pensado estudiar alguna vez, lo
dejo en stand by, como cuando apago la tele y se queda el pilotito rojo
encendido, pero sin pilotito.
5º/ Escribir mis memorias.
¿Por qué no? Todos tenemos algo interesante que contar. Además, es lo que
corresponde: Cuando eres joven escribes tu diario, después lo abandonas, y
cuando ya tienes los años suficientes, sientes el deseo de recordar y escribes
tus memorias. Lo que no me pueden negar es lo entretenido que ha de resultar.
Esta mañana he vuelto a
retomar el proyecto y me he puesto a repasar cada punto. Ha sido una
decepción. Con lo claro que lo tenía…
El primero es una tontería
que no me puede ayudar en nada. Cada uno es un mundo y con la cantidad de
sandeces que se dicen en un blog, iba a ser mucho peor.
En cuanto al segundo, ya
puedo despedirme del viaje. Mi mujer ya me ha dicho que ella no se va de casa
tanto tiempo y además ¿qué pasa con los hijos? No, no. Imposible.
Lo del tercero, lo haré el
primer día y se acabó. Lo sé. Siempre he sido un negado para la cocina y lo
seguiré siendo. Además mi mujer ya me ha advertido que ella no va a limpiar
todo lo que yo ensucie.
El cuarto: ¡Vaya risa!,
aprender chino, y ¿para qué?
Y el quinto: ¿De verdad
había pensado yo en escribir mis memorias?
Ahora estoy hundido y más
deprimido que nunca. Los psicólogos hablan del peligro que supone la
jubilación, que si el vacío, que si la añoranza del trabajo, el sedentarismo,
el desánimo. ¡Qué locura! Ya lo estoy viendo: Levantándome después de las diez
con cara de mal humor, deambulando por la casa con batín y zapatillas,
discutiendo con mi mujer y sacando la basura, como hasta ahora, pero más veces
al día, sólo por hacer algo…
¿Y si adoptara un perro?
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