En estos tiempos de impago de facturas, algunos
países van a intentar que los bancos paguen la parte que le corresponde de la
factura de la crisis. Estados Unidos gastó
mucho dinero en salvar a la banca de la quiebra, pero también se está acordando
de la contrapartida.
Leía la semana pasada, en el diario “The New York
Times”, que la Agencia Federal de Financiación de Viviendas de EE.UU. va a
demandar a más de una docena de bancos por valorar erróneamente los títulos
hipotecarios que se concedieron en plena burbuja inmobiliaria.
En efecto, han leído bien. El argumento de la demanda
es “que los bancos valoraron erróneamente los inmuebles sobre los que
impusieron las hipotecas”. Tal cual como aquí en España, donde las empresas que
se dedicaron a valorar los inmuebles que comprábamos, para las propias
entidades financieras, se encargaron de hinchar los valores con el objeto de
que nos pudieran prestar hasta el 120% del valor real del piso o adosado.
Entonces, aquí en España ¿a quién le pedimos
responsabilidades? Podría ser a la empresa tasadora, por no valorar los bienes
en su justa medida y provocar un efecto inflacionista que nos llevó a la
burbuja, hoy pinchada.
O al banco o caja que, sabiendo que tales valores
eran irreales, los veían como una posibilidad ilimitada de negocio financiero.
O bien aquellos que, como en el timo de la
estampita, querían “engañar” al banco recibiendo más de lo que les
correspondía. Y, como en aquel timo de la estampita, todos deben pagar su
culpa. Es decir, todos los que nos aprovechamos deberíamos pagar. Tanto los
listos de las tasadoras inmobiliarias, como los listos de los bancos, como los
listos de quienes nos endeudamos de más gracias a las “facilidades” que nos
ofrecieron los dos primeros.
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