Roser Maestro. Que
pare el tren que me bajo. Eso es lo que cualquiera de nosotras le
hubiera pedido a todos esos conductores que han acabado teniendo un
trágico accidente, algunos, con muertes.
De
haberlo sabido, ¿quién cuestionaría que el conductor parara en la
estación anterior y provocara retrasos? Desde luego, las familias de
los fallecidos lo firmarían YA.
Tristemente
estas cosas no son previsibles individualmente, y echar la vista
atrás para lamentarse de lo ocurrido (así como todas las cábalas
para evitarlos) es inútil, incluso frustrante. Pero la realidad es
que ya existen normas generales que tratan de regularlo, y establecer
una jornada laboral coherente debe ser la primera.
Ahora
bien, cuando es el propio conductor quien decide (acorde a Ley) que
no cargará con la responsabilidad de posibles muertes a costa de la
falta de personal de la empresa, parece que cambie el asunto. El malo
es él, lo será si para, lo será si continúa, y lo será en cada
accidente.
La
jornada laboral de un maquinista es de 9 horas, ya demasiado elevada
para mi gusto, y tengamos presente que en la mayoría de trabajos los
riesgos laborales se representan sobre el propio trabajador o
trabajadora, pero aquí damos un paso más allá, aquí te juegas
cientos de vidas. ¿A caso alguien piensa que el trabajador no avisó
a la empresa? ¿De verdad pensáis que Renfe podría no saber que ese
tren pararía antes de su destino? ¿O es que la organización de la
empresa depende ahora de los trabajadores?
Seguramente
el maquinista fue avisando de la situación, seguramente ya excedía
las 9 horas de jornada de trabajo, seguramente no habría descansado
a las 5 horas como es su obligación, y seguramente no desaparecería
de su cabeza la responsabilidad que supone tener tantas vidas en tus
manos.
En fin,
a toro pasado todos y todas lo firmaríamos, ahora falta añadir ese
toque de prevención y responsabilidad para que, como hizo ese
trabajador, sepamos ser prudentes antes de la tragedia. Terminaré
recordando que la facultad de organización pertenece sólo a la
empresa, y es ésta quien debe responder de sus incumplimientos en su
caso. Que hoy no tengamos en las redes sociales un #JeSuisPasajeros
podría ser gracias a ese maquinista que dijo basta.
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