Rafael Escrig Fayos.
Cualquiera nos diría que lo
menos recomendable es hablar “en caliente”, es cierto. Cuando uno
se ve insultado y tiene que responder, lo mejor es serenarse,
intentar comprender el punto de vista contrario y tomar distancia
para responder. Lo de serenarse es muy difícil cuando el asunto te
hiere profundamente. Entender al contrario supondría pensar como él
y ser capaz de proferir los mismos insultos. En cuanto a tomar
distancia me parece que es lo más razonable, sólo que si lo hiciera
se perdería la oportunidad de decir las cosas cuando están en el
pensamiento de todos; se perdería la efectividad y sería como dar
la razón por la callada, y eso es algo que no debemos hacer.
El señor Trueba, director de
cine por más señas, nos dice a todos en voz alta la majadería de
que: “Nunca me he
sentido español ni cinco minutos”.
El señor Trueba nos ha dicho a todos en la cara que en caso de
guerra, sería un traidor: “Siempre
he pensado que en caso de guerra, yo iría siempre con el enemigo”.
De donde se colige
que, en un hipotético caso de conflagración, preferiría ver a
nuestros soldados muertos antes que al enemigo, que “le
hubiera encantado que los franceses ganaran la Guerra de la
Independencia”. Cada
uno es muy libre de pensar lo que quiera, incluso de decirlo, pero
siempre que no dañe los sentimientos de todos los demás. Por muy
demócratas que queramos ser, no se deberían permitir ciertos
excesos. La libertad no debe ser la excusa para que todo sea lícito.
Han de haber unos límites.
El señor Trueba no es que no
se sienta español, es que odia a la tierra que le ha visto nacer, a
sus conciudadanos y a todo lo que representa España, su historia y
la entrega de todos sus hijos. Se burla de todos nosotros con todo
descaro. Además, el señor Trueba, en un alarde de desfachatez,
muerde la mano que le da de comer, aceptando un premio económico y
todas las anteriores subvenciones recibidas de una nación que
denuesta y de la que se siente desligado. Todo ello es despreciable y
este señor se descalifica por sí mismo colocándose a la altura de
lo más abyecto.
No voy a decirlo yo mejor que
los que ya han hablado y tratado este asunto tan vergonzoso. Alguien
ha intentado excusarle colocando por encima de sus palabras su
respetable carrera profesional. Otros han apuntado que debería pedir
disculpas y devolver el importe económico del premio que le ofrece
el Gobierno español con el dinero de todos nosotros, los que
asistimos perplejos desde nuestras butacas a esas palabras suyas
llenas de desprecio. Esas opciones serían como poner una tirita
sobre una herida abierta. Para ser justos, como creo que harían en
cualquier otro país de nuestro entorno, se le debería declarar
persona non grata,
retirarle el premio y no concederle nunca más subvención de ningún
tipo, con la recomendación de que se vaya a hacer películas a un
país donde se sienta más cómodo o en donde quieran tener entre sus
ciudadanos a un descastado con instintos de traidor confeso. El país
que le acepte dentro de sus fronteras ganará un director de cine muy
bueno, por mi parte se lo regalo muy gustoso y, la verdad, no les
arriendo la ganancia. Si no hacemos nada de esto, demostraremos que
somos tontos y que algún complejo de inferioridad hemos de tener
cuando nos tragamos los insultos de un individuo al que, además,
premiamos. Sería muy fuerte.
http://rafaelescrigfayos.tk
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