José Salvador Murgui. FOTO EPDA Querido Dámaso:
Ya
pasó el domingo y el sábado, ya se acabó abril. Casi estamos tocando los
últimos aletazos de un mes que empezó con la pascua, y está acabando
haciéndonos las pascuas.
Desde
el pasado viernes todo son medidas, y todos los buenos propósitos de enmienda
para hacernos ver que la crisis se acaba y que vamos hacia un camino mejor,
seguramente esto estaba muy mal, tan mal que no sé cómo vamos a salir.
Pero
al margen de que yo esté en el paro y mi amiga casi en el banco de
alimentos, como muchos millones de
españoles, aún no he oído a ningún gobernante ni gobernador, que empiece a
tomar medidas contra los corruptos, que empiece a quitar cargos que no sirven
para nada y que mucho menos hacen nada en lo sitios que están; aún no he oído a
nadie que obligue a que devuelvan a aquellos que han hecho un uso indebido y fraudulento
de lo que no era suyo, y por supuesto tampoco he oído a nadie que diga que cada
cual va a pagar y responder por lo que ha hecho mal.
Tampoco
he oído que se pida, se suplique a los bancos que alarguen los plazos de
devoluciones de las deudas, para que la gente no vaya tan ahogada, y tampoco he
oído que la solidaridad debe entenderse como es, solidaria con todos, pero
sobre todos con los que más la necesitan.
Esta
noche se ha armado un gran revuelo con un programa que ha emitido un canal de
televisión: algo que tiene que ver con la salvación del mundo… pero que esta
empezando a quitar caretas… ¿Esto
quiere decir que el carnaval se acaba? Estamos en Pascua, así empezaba la
carta… y efectivamente hace falta quitar caretas, de un lado y de otro, y que por
SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO, se depuren todos los males. Si se depuren. Hacen
faltan caras nuevas, mentes limpias e inteligente, corazones abiertos e íntegros, ojos capaces de transmitir
luz, vida y esperanza, porque si esto no empieza a cambiar, difícilmente
saldremos del carnaval, jamás llegara la tan ansiada pascua que no es otra cosa
sino resucitar a la vida y desterrar a la muerte, y sobre todo lo único que
conseguiremos es dejar de tener fe (si es que le queda a alguien) con los
políticos…
Querido
Dámaso, ilumina nuestra noche oscura, ilumina un amanecer radiante, y que de
una vez por todas, desparezcan las máscaras de aquellos que gracias a sus
cargos pueden hacer del pueblo soberano un mercado de polichinelas, somos
personas humanas, somos mujeres y hombres del Siglo XXI, queremos labrar un
futuro digno para aquellos que nos empujan, no somos “un rebañito”.
“Cuando
el pobre fue oprimido termino en rebelión y no rompió sus cadenas, hasta que en armas se alzó, hoy tu alma
necesita una gran revolución, no son gritos ni cañones, sino amor, honradez,
limpieza de corazón y ganas de cambiar el mundo”.
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