José Salvador Murgui. FOTO EPDA Querido Dámaso:
Qué bonito era
cuando tú decías creer en algo, hoy ya no creemos en casi nada, o en nada. Solo
creemos en las noticias, y cada día nos sustentan las malas noticias. Hace unas
horas entraba en prisión una señora
que quemó al violador de su hija que la violó cuando la niña solo tenía
13 años.
¡Qué tragedia la de
esa madre y esa hija! ¡Qué tragedia la del violador que ya está en el camposanto, o donde decidiera la familia! Qué tragedia para todos, y ese violador de menores ya no violará
a nadie más. Seguramente no.
¡Qué tragedia para
el falso maestro shaolín, que el Juez ha decretado su ingreso en prisión!
¡Qué tragedia la de
Blesa, que ingresa en prisión incondicional sin fianza! ¡Qué tragedia para
todos! ¡Qué tragedia la de Manos Limpias al querer limpiar lo que está sucio!
¡Qué tragedia la de
Yolanda Barcina en el “Caso de las
dietas en Caja Navarra”, al tener que dimitir ante los “indicios de cohecho”!.
¡Qué tragedia con los millones y más millones de los
ERES de Andalucía!
Pues Dámaso esto es
lo que estamos viviendo estos días, tragedias y tragedias como si fueran las
PLAGAS DE EGIPTO, aquel cuento que nos narra el Antiguo Testamento. Pero esto
no es antiguo, son las portadas de todos los periódicos, son las noticias de
todos los informativos, son los programas educativos, las asignaturas de
HISTORIA CONTEMPORÁNEA que escribimos nosotros y aprendemos con nuestras vidas.
Por eso de la
tragedia, paso al credo. Dámaso, ¿en qué creo yo? ¿En qué me está obligando a
creer esta Sociedad por la que honradamente he luchado? Pues me obliga a creer
que aunque un violador haya sido quemado, hay muchos violadores de derechos
humanos que siguen con vida, que van indemnes por la calle, que están en muchas de las Sociedades
que hay cargos para representar, y que lamentablemente muy poco o nada están
haciendo por el bien común.
Si por el bien
común, ese que deja sin trabajo y sin pan a la clase obrera, trabajadora a
cambio de engordar la lista de parados.
Esos que no atienden a
razones humanas, sean sanitarias, sean de pobreza, de indignidad, de miseria.
Por eso hoy creo
más que nunca, que teniendo
motivos para la esperanza, estamos cayendo en momentos de angustia, de
ansiedad, de pensar que esto cada
vez va peor, porque no hay ninguna noticia buena… hasta Sanidad estudia multar a los padres de
los chicos que repitan el coma etílico… ¡Qué sociedad hemos hecho que hasta las
borracheras de los jóvenes se estudia multarlas!
En verdad pienso que hay que creer en
algo, hay que creer en la JUSTICIA, hay que creer en la razón, hay que apostar
por la verdad, y hay que poner palos en las carretas de aquellos que nos
amargan la vida, de aquellos que violan
derechos a su antojo, de aquellos que no conocen el bien común y solo
conocen el bien propio, de aquellos que hacen de la pobreza de los demás la
bandera salvadora.
Por eso Dámaso, hazme creer en lo que
creías tu; hazme ver que tu Dios es mi Dios, y si de verdad estas con El,
pídele que deje de lanzar señales malas, si estos avisos son como aquellas
plagas, que se lleve con EL y que EL JUZGUE, a todos los que han provocado su
ira, pero que al común de los mortales que nos deje en paz, que nos dé los
medios necesarios para levantar esta casa que no solo está en ruinas, sino que
está llena de … (cada cual que
piense lo que quiera, y ponga el nombre que le parezca adecuado, yo no quiero
ofender a nadie), pero dejadme que crea en la VERDAD, EN LA JUSTICIA, EN LA
LIBERTAD Y EN LOS DERECHOS HUMANOS.
Hoy esta sociedad
necesita oír la voz que se oye del uno al diez y nueve de marzo desde el balcón
del Ayuntamiento de Valencia, a las catorce horas: “Senyor pirotècnic pot
començar la mascletà” …
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