Murgui en un reciente viaje a Cuba, donde ha conocido la pobreza de primera mano. FOTO EPDA Querido Dámaso:
Qué cosas nos
pasan, acostumbrados a vivir en la opulencia, acostumbrados al despilfarro, a
tener buenos coches, buenas casas, todo lo más, durante muchos años, de lo bueno lo mejor, y ahora Cáritas, la organización caritativa de la Iglesia Católica,
nos alerta de la pobreza extrema y la mayor desigualdad en España.
El proceso de
empobrecimiento de la sociedad española tiene una tasa del 21,1% y la tasa de desempleo del 26% de la
población. Sigo preguntando como ayer: ¿qué estamos haciendo mal?
¿Qué hemos hecho
para sentirnos tan mal? El Informe de Cáritas dice “se incrementa la
desigualdad en España, con el valor más elevado de toda Europa: el 20% de la
población más rica concentra 7,5 veces más riqueza que el 20% más pobre”. Sin
embargo por otra parte el informe
del Banco Credit Suiss conocido hace unos días en el año 2012 aumentaron en 47.000 el número de millonarios
en España.
Más de tres
millones de personas viven con menos de 307 euros al mes y hay cinco millones
de desempleados. Cifras para hacernos pensar en la pobreza extrema. Cifras para
hacernos ver quién es Cáritas y qué hace Cáritas.
Las parroquias
algunos domingos en las eucaristías al pasar la bandeja
lo hacen para entregar lo que recogen a Cáritas, y Cáritas lo reparte entre los
necesitados. Pero ante estas macrocifras ¿dónde queda nuestra generosidad?
¿Cómo podemos levantarnos cada mañana contemplando este desequilibrio social?
¿Cómo podemos quedarnos insensibles ante el clamor de la gente, sin hacer
presente en mí, en ti, la miseria
que hay en tantos pobres de solemnidad que caminan a nuestro lado?
¿Quién tiene la
culpa de tanta pobreza y de tanta riqueza? Amigos lectores, TODOS SOMOS CULPABLES. El Evangelio de S.
Lucas (16, 19-31), nos narra la parábola
del rico Epulón y del pobre Lázaro. Epulón que vestía de púrpura y lino, y
todos los días celebraba espléndidas fiestas. Por otra parte un pobre llamado
Lázaro, tirado a la puerta del portal del rico, que deseaba hartarse de lo que
caía de la mesa de Epulón. Los perros lamían las llagas de Lázaro. Murió el pobre y fue llevado al seno de
Abraham. Murió también el rico y fue sepultado.
Dice el Evangelio
que estando el rico, entre tormentos en el infierno, vio a Lázaro en el seno de
Abraham. Pidió clemencia el rico desde el infierno, pedía que Lázaro refrescara
la sed de Epulón mojando el dedo con agua para llevarlo a la boca. Sin embargo la respuesta de Abraham fue
contundente. “Hijo recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro
al contrario sus males; ahora, pues, el es aquí consolado y tu atormentado. Y
además entre vosotros y nosotros se interpone un gran abismo…”
Acertadas palabras
las del Evangelio, que te invito a que leas querido lector, porque
efectivamente el abismo que nos habla el Evangelio, sigue existiendo hoy,
mientas hay personas que buscan el
sustento entre contenedores, mientras hay pobres menesterosos, padres de
familia que no tienen para sustentar a sus hijos, y sobre todo mientras las
cifras del paro vayan en aumento y estén estancadas en tantos por cientos tan
elevados.
Dámaso, yo no sé
qué va a pasar. Deseo desde lo más hondo del corazón que “esto” se
arregle. Que los dirigentes
políticos no estén tan preocupados por las macrocifras de las corruptelas, y
dediquen más tiempo a paliar la pobreza, y abogar por que se acaben estas
cifras de pobreza y necesidad que solo desembocan en hambre y miseria.
Menos mal que
Cáritas, vela en la medida de sus posibilidades por esta angustia, la angustia
de muchas familias que seguramente se sienten engañadas por el sistema que nos
hizo creer en una falsa riqueza que jamás nos hizo ricos. Lo mejor es
conformarnos con tener trabajo y vivir en paz, vivir felices en arreglo a
nuestras posibilidades. Esa ducha de sencillez que tantas veces he repetido que
estamos sufriendo estos años, no nos la merecemos nosotros, no se la merece
nadie, mientras el desequilibrio entre pobreza y riqueza, raya estas líneas tan
catastróficas.
Y acabo repasando
una canción que desde niños cantaban unos amigos nuestros de Huelva, Brotes de
Olivo, la cantaban para Bendecir la mesa (¡Bendecir la mesa! ¿Qué mesa
bendecimos hoy? Todo esta pasado de moda) y dice así:
Comeremos
de los frutos de la tierra, y del agua que de arriba le cayó,
del
trabajo del labriego y su cansancio, y la gente que con gozo preparó.
Gracias
a los hombres y al calor del sol, al agua y la tierra que fue quien lo dio.
Que
haya buen provecho de lo que se nos dio,
y
recordemos siempre al que no comió.
“Yo
quiero que la vida y la tierra sean para todos,
que
todos los niños tengan pan y escuelas,
y
juguetes, y alegría, y trabajo sus padres,
que
todos vivan felices y que todos los hombres se amen,
que no
hayan guerras, yo quiero, eso yo quiero”.
Dámaso, como decía
tu nuera, mi abuela, “de la tierra sale todo”, volvamos a nuestros orígenes,
busquemos nuestras raíces, seamos
más humanos y ayudemos a Cáritas, porque hoy es un día para creer en su poder frente
a la lucha contra la POBREZA. Todos somos más pobres y más indignos de
llamarnos HIJOS DE DIOS (el que con todo respeto aun crea en El), cuando
pensamos que la riqueza es una alternativa.
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