José Salvador Murgui. FOTO EPDA Querido Dámaso:
El Papa Francisco
ha clausurado la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Brasil, todo un ejemplo de saber manifestarse los
jóvenes en el siglo XXI. Indiscutiblemente el Papa, el Santo Padre, es un líder
que sabe atraer no solo a los jóvenes del mundo, sino a muchas personas de
diferentes edades.
Y al hablar del
Papa, no me refiero al Papa Francisco, sino que me refiero a los Papas que
hemos conocido, a su poder de
convocatoria, a la respuesta a sus
llamadas. Pero hoy voy a dedicar mi atención a la JMJ de de Brasil.
La JMJ de Río,
podemos decir que ha sido un rotundo éxito, más de 3,5 millones de jóvenes
reunidos, y un Papa Francisco rompiendo protocolos, cercano al pueblo, sencillo
en sus palabras y recto en sus criterios.
¿Por qué a este Papa se le entiende todo lo que dice? ¿Por qué este Papa
cuando habla va directo al corazón? ¿Por qué cuando se ha acercado a la pobreza
del Brasil ha abrazado a los pobres, sin cámaras de televisión, sin medios, con
sencillez? ¿Por qué y cómo ha sabido demostrar su humildad al ser uno entre
todos?
Pues muy sencillo,
porque es un hombre de Dios. Porque la palabra de Dios, la lleva impresa en su
vida, porque su cercanía con el mundo es latente, porque sabe de la pobreza y
de la miseria humana, y sobre todo porque le molesta el boato, las pompas
fastuosas, aquello que separa al hombre de Dios.
No pongáis los ojos
más que en El, se ha cansado de repetir. Un Papa Francisco que se une al dolor
de un accidente de Santiago de Compostela, reza por las familias, reza por los
difuntos. Ora por los hospitalizados, y pide que “vivamos con fe este evento
trágico”.
Que diferencia con
otros encuentros. Otros encuentros marcados por la corrupción, otros encuentros
que se hayan pendientes de liquidar, otros encuentros que lamentablemente pasan
con más pena que gloria.
El Papa Francisco
nos acerca a Dios, Francisco nos habla de Dios, de un Dios sencillo, de un Dios
cercano, de un Dios Padre y amigo. Cuando aprendamos a valorar las cosas
pequeñas como las mas grandes del mundo, cuando aprendamos a valorar que
nuestra pobreza solo es riqueza de Dios, y cuando veamos y oigamos la
cercanía que transmite nuestro
Santo Padre, cuando habla de las cosas de Dios, entonces celebraremos de verdad
las J M J desde los más jóvenes hasta los más viejos, porque el mensaje de Dios
no tiene edad.
Me gusta cómo habla
el Papa Francisco, me encanta como vive el Papa Francisco, su protocolo son los
humildes, los sencillos, los discursos fáciles pero entendibles, porque cada
vez que sale una palabra de su boca no deja indiferente al que la escucha.
Quizás la Curia esté asustada, quizás las finanzas estén tambaleándose ante lo
que pueda pasar, pero seguramente con este Papa puede pasar lo que ya pasó en
el Evangelio, que tire a latigazos a los mercaderes del templo y que acabe
perdonando a la mujer adúltera.
“¿Quién soy yo para
condenar a nadie?” lo mismo que dijo Jesucristo: “El que esté libre de pecado
que tire la primera piedra, y uno a uno todos marchan tanto mozos como viejos.
Y ya Jesús solo ha quedado y a la mujer dice sonriendo: -Si el pueblo no te ha
condenado, yo tampoco te condeno, vete y no peques más pues tienes derecho al
cielo”.
Dámaso, qué ejemplo
nos ha dado el Santo Padre. Personalmente creo que es el Papa que necesita el
Siglo XXI, no solo la Iglesia sino el mundo entero, porque hasta que todos no
seamos uno, el mundo no creerá en nada. Difícil tarea la del Papa Francisco,
pero de momento los mensajes que lanza se entienden fácilmente, a la
primera. Hoy nos hace falta
entender que todos somos de Dios, y Dios quiere que todos seamos UNO.
Esa unidad de
criterio, esa unidad de vivir, es lo que necesita el mundo para seguir
adelante, porque sin unidad vamos por muy mal camino, y hoy la división es la
pauta que marca la vida de la humanidad.
Yo quiero ser como
el Papa Francisco, y no condeno a nadie, solo condeno a los CORRUPTOS.
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