José Salvador Murgui. FOTO EPDA Querido Dámaso:
Eran los años
ochenta y cantaban una canción muy original que todo el mundo coreaba y se la
sabía de memoria “… ¡algo se muere en el alma cuando un amigo se va!” Eso es lo
que me está pasando estos días. Algo se muere en el alma, Blasco ya no se
sienta en la bancada del PP.
Creo que solamente
he hablado dos o tres veces con Rafael Blasco, lo conozco de toda la vida, es
una de esas personas que te resultan familiares, simpáticas, conocidas y que
sabes que está ahí, que existe. Y
dando un paso adelante diré a favor de Rafael Blasco que cada vez que lo
escuchaba me convencía. No sé si eran sus dotes oratorias, su buen decir, su
saber hablar, su convencimiento de lo que hablaba por encima e todo, la verdad
de lo que decía, o la singularidad con que ejecutaba sus palabras.
Siempre he dicho
que de política no entiendo, tampoco entiendo a los mal llamados partidos
políticos, que quizás debieran llamarse UNIDOS POLITICOS, tampoco entiendo del
transfuguismo que da y quita votos, en contra de la elección y voluntad popular
y lo que nunca entenderé ni aprobaré jamás es aquel que se “camufla” en la política como “modus
vivendi”.
Hoy ocupa mi
atención Rafael Blasco, controvertido, discutido, oído y desoído, hombre de
“poder” en gobiernos de aquí y de allá de nuestra joven Comunidad Autónoma, y
sobre todo hombre querido y censurado. No voy a caer en ser el juez implacable,
no voy a caer en la tentación de escribir cual un verdugo para dinamitar su
gestión, no soy nadie para buscar lo que la justicia debe encontrar, juzgar y
obligar a expiar a aquellos que han obrado en contra de la ley. LO PRIMERO
CUMPLIR LA LEY.
Pero ante un caso
de esta magnitud, donde se piden años de prisión, años de inhabilitación, donde se “puede tirar de la manta”,
donde se escuchan fuertes amenazas de romper el PP valenciano… donde el
ciudadano de a pie, solo puede opinar para que su opinión no sea tenida en
cuenta, me atrevo a ir y apelar al Derecho positivo, al
Artículo 7.1 del Código Civil en
el que se establece del modo más expreso a la “BUENA FE” (bona fides) como exigencia con rango de norma jurídica legal, diciendo: “los
derechos deben de ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe”.
Y aquí vuelvo
Dámaso a buscar la BUENA FE de
Rafael Blasco, aquí vuelvo a buscar la buena fe del Partido Popular, aquí
vuelvo a buscar la buena fe de aquellos que acusan, aquí vuelvo a buscar la
buena fe de aquellos que denuncian a los que van con MALA FE.
Aquí deseo
encontrar el silencio de la mala fe. Aquí deseo no justificar a los que
trabajan por hacer mal, abusando de la buena fe. Aquí deseo llamar a todos los
de BUENA FE, para acabar con este SAINETE, que más que sainete es un DRAMA; y
sobre todo y por encima de todo, a RAFAEL BLASCO le digo, después de verte en
un programa de televisión, que presumiste de tu inocencia, presumiste de tu
buena fe, presumiste de tu mejor hacer y puedes presumir de ser el eterno
político que ha dado color a nuestra democracia.
No seré yo quien te
juzgue, no seré yo quien quite la gloria a tus méritos como político, no seré yo quien levante
la voz para acusar. Pero si me lees y sirve de algo, si de verdad has obrado de
buena fe y no hay maldad en tus actos, lucha incansablemente por la verdad,
lucha apasionadamente por lo que es tuyo y demuestra una vez más que eres ese
político de talla que puedes presumir de serlo.
Acabo Dámaso y
acabo con Rafael Blasco. Nino
Bravo antes de morir grabó una canción que ha sido bandera de muchas
generaciones que en una de sus estrofas nos decía: “Camina sin cesar detrás de
la verdad y sabrás lo que es al fin la libertad…”
Rafa, ya lo sabes… camina sin cesar, di la verdad, actúa de buena fe y si la política
tiene que avergonzarse de algo que sea lo que no ha obrado de buena fe, lo que
ha consentido de mala fe, y la gente que vive eternamente gracias a la MALA FE.
Eso sí que es
condenable. Eso sí que me da vergüenza. Eso es lo peor, la MALA FE.
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