Salvador Murgui. FOTO EPDA Querido Dámaso:
Si había alguien
que me gustaba del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, era la Ministra
Doña Magdalena Álvarez. Cuando me enteraba que hacía declaraciones hacía zaping
en las diferentes emisoras de radio y televisión por escuchar sus siempre
novedosas y reveladoras palabras. Jamás oí decir a un ser racional tantas
sandeces juntas.
Nunca entendí como
una autoridad podía salir en público a narrar semejantes afirmaciones cargadas
de contradicciones. Magdalena era mi ídolo. Siempre arrancaba de mis labios no
una sonrisa, sino una carcajada. Lamenté mucho su cese, aquellos gobiernos para
mí, perdieron su “caché” al dejar de escuchar a aquella mujer que llegó a estar
idolatrada y venerada por un servidor.
Y Dámaso, tú sabes
que la vida nos da sorpresas, pasaron los años, y nunca más se supo de
Magdalena Álvarez Arza. Estos días he estado incomunicado voluntariamente y las
noticias no me han llegado con la rapidez que habitualmente me llegan, han sido
uno días de retiro en los que he estado alejado del mundanal ruido, y los que
la intimidad se ha adueñado de mis pensamientos, tarea necesaria alguna vez al
año para cargar las pilas.
De repente me
entero que la juez Mercedes Alaya,
en su compleja y delicada tarea de la investigación del famoso y mal
causado de los ERE de Andalucía,
aparece la mujer olvidada de mi vida, vuelve a ser noticia mi adorada
Magdalena. Incluso circula un
vídeo en el que se nos indica que Magda (para los amigos) “fue la persona encargada que dictó las
normas en las que se recogía el concepto presupuestario de las transferencias
de financiación” nada más y nada menos
que nuestra ex ministra socialista de Fomento y en la actualidad vicepresidenta
del Banco Europeo de Inversiones y la que fue titular de Hacienda en el
Gobierno autónomo de Andalucía, del Partido Socialista entre 1994 y 2004, ahora nos aparece
como imputada.
De verdad que el
rostro me ha cambiado de color, ya no es risa ni carcajada, son ganas de llorar
amargamente la incompetencia soberana de quien mantiene a estas personas en
altos cargos. Qué tristeza tan grande producen estas noticias a la clase
honrada, a la clase trabajadora de verdad y que no la dejan trabajar, a la gente
sencilla que confía en los partidos políticos, y sobre todo al ciudadano que
tiene la esperanza de que vayamos a salir.
¿Cómo vamos a salir
adelante con gente como Magdalena?
¿Quién nos va sacar del hoyo profundo que nos han metido personas tan irresponsables
que les llueven las imputaciones? ¿En quién tenemos que creer?
Ya lo decía Juan
Pardo hace años en una canción que
llevaba por título “MARIA MAGDALENA” que entre otras cosas nos cantaba: “¡Quién mejor que
yo sabe cómo sientes, quién mejor que yo, sabe cuándo mientes. Quién, María
Magdalena, vas a encontrar, María
Magdalena, para llorar, María Magdalena ¿Quién te va a querer?, Quién guiará tu
mano a través del viento, quién dará agua fresca a tu corazón sediento, quién
igual que yo te está queriendo!”.
Pues muy fácil. Tu
mano nos ha guiado hasta aquí, tu mano y la de otros tantos altos cargos, nos
han dejado los corazones sedientos, mientras los vuestros deben estar ardiendo,
y finalmente no sé quién te va a querer, yo desde luego no. Me da vergüenza tu
comportamiento y el de aquellos que te auparon para ser la más graciosa de las
ministras que han mal adornado los libros de la historia de España.
La historia te
juzgará después de que Doña Mercedes te haya investigado, y si estás limpia que
te dejen en paz y por favor sal en
la televisión y explica lo que ha pasado, porque si es mentira me volverás a
hacer reír, pero si es verdad, explica también cómo el peso de la ley cae sobre
ti y sobre tus compañeros de viaje, y por favor, solo por respeto, devolved si
hay algo que no sea vuestro.
Con toda mi
devoción a santa María Magdalena, la mujer más pecadora, imploro tu
arrepentimiento y que sepas como ella enderezar tu camino, que en definitiva es
el mío y el de muchos parados como yo gracias a vuestro (no) sistema.
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