Salvador Murgui (izquierda), en los I Premios El Periódico de Aquí del Camp de Morvedre, con Pere Valenciano (derecha). FOTO PACO BONO Querido Dámaso:
En este periódico
digital que te escribo estas leídas cartas, elperiodicodeaqui.com, hay un “personaje”, un “duende” que
jamás aparece, es como esos luchadores de carreras de fondo, que a diario
entrenan, entrenan y se esfuerzan por llegar a la meta. Una meta clara y nítida
que es informar con veracidad y sin segmentaciones de aquello que acontece en
nuestro mundo.
Conozco a este
“personaje” desde hace muchos años y es de los que odia a la gente chismosa,
mentirosa e hipócrita; es del tipo de personas que todo te lo pone fácil y para él nada es difícil cuando se trata de decir verdades. No es rencoroso, su mente
no es maligna ni maquinadora, sino que su cabeza bien amueblada está siempre a
favor de la verdad y orientando a los que buscamos información veraz.
Con él y con otros
amigos y otros profesionales, he compartido comidas, cenas, copas… siempre con buen talante, siempre con ilusión
ante la vida, siempre con entrega para afrontar nuevos retos y, sobre todo, siempre con prudencia a la
hora de hacer cualquier comentario.
Me sorprende que
cuando se habla mal de una persona, todos aportan su granito de arena para
inducir a las mentes, sea verdadero o falso, a juzgar y mal decir de la persona
de la que se habla. Sin embargo, la paradoja contraria es que cuando se habla
bien de alguien y aquí siempre suele ser desde el punto de vista de la verdad
y la legitimidad, nadie aporte su granito de arena a favor de esa persona y de
su bondad.
Dámaso, hoy hablo
de un amigo, y hablo de él porque te ha hecho famoso a ti, a mi gran confesor,
que ya es un mérito, pero además de hablar de él por estos muchos indicios que
acabo de enumerar en este mal llamado “preámbulo”, que se queda corto a la hora
de definir la personalidad de alguien en concreto, de este “duendecillo” del
que estoy hablando, escribo hoy por dos razones, razones que desde ayer están
torturando mi mente.
La primera razón es
un comentario, que ayer por la tarde
leí en el “Facebook” y que sé que está dañando desde hace días el
corazón de mi amigo, la frase no tiene desperdicio: “Hoy la mafia vuelve a
atarme, pero como cada vez que escribe insultándome, mi única respuesta en El
Periódico de Aquí es: Información al servicio de los ciudadanos. El lodo lo
dejo para los cerdos. Y la respuesta a los insultos a los Juzgados”.
Sobran las
palabras, qué triste es mancillar el honor de las personas y que triste es conocer a quien te mancilla por
decir la verdad, por ser honrado, pero qué sabiduría la tuya al decir en una
frase la mayor de las verdades, como hace años ya se dijo en la Biblia, “no
deis perlas a los cerdos”… Esta es
una razón que me ha impulsado a escribirte, porque en los malos momentos hay
que “amar” a los amigos, no hay que “quererlos” hay que “amarlos”… porque el amor se debe demostrar en los
malos momentos.
Y la segunda razón
por la que hoy he querido escribirte es porque es tu santo, hoy es San Pedro.
San PERE VALENCIANO. Es una razón más que fundamental para felicitarte, decirte
de parte mía y de Dámaso que no estas solo, y sobre todo que hoy es un día muy
grande para seguir adelante.
Medita esta
frase: “Aprendí a no esperar nada de nadie, porque el que vive de ilusiones
muere de decepciones”. Pere, hoy
escribo para ti, porque en ti no hay corrupción, en ti encontré integridad, en
ti vi la dura cara de la crisis, en ti vi que jamás me dejaste solo y en ti vi
la cara de la amistad verdadera.
Felicidades Pere,
sé feliz, siéntete amado porque tus noticias recorren el mundo, tus palabras y
las de tus colaboradores son leídas y porque en esa carrera de fondo que
llevas corriendo seguro que llegarás a la meta donde recibirás tu corona de
gloria que como dijo San Pablo en la carta a los Corintios: “Nosotros en cambio
corremos por una corona incorruptible”. Ésa es tu corona Pere: la corona de la
justicia y la corona por decir la verdad.
Recibe un fuerte
abrazo de tu amigo y admirador
José Salvador y,
cómo no, de Dámaso Soriano.
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