Salvador Murgui entregando un producto típico de Casinos al Papa Juan Pablo II. FOTO EPDA Hace días que te quería comunicar como estoy,
cuál es mi estado. Estoy como si estuviera “embarazado”, en estado de buena
esperanza. Pero claro ni soy mujer ni estoy en periodo de gestación, y lo de
buena esperanza, es porque estoy “prejubilado” que es una forma muy discreta de
disimular que estás en “el paro”, si en esa oficina a la que acuden cada mes
sobre unos seis millones de ciudadanos a que les abone la nómina el Estado.
Hoy leyendo papeles viejos de esos que guardo
he visto que en 1914 fuiste Concejal… ya hace un siglo, pero entonces el mundo
no estaba como está ahora. Si te contara lo que pasa ahora no te lo creerías.
¡Vosotros que erais tan señores!
Me
he dado cuenta de que cuando dejas de pertenecer a la empresa que estabas, al
“estatus social que tenías” que cuando ya no eres nadie, que eres tan solo uno
de esos millones anónimos, pero que tienen rostro, nombre y apellidos, deja de
sonarte el teléfono, dejan de llamarte, dejan de darte palmadas a la espalada…
en pocas palabras sabes, te percatas, detectas a quien tienes al lado, quién
está enfrente y quién tienes detrás… Esos gestos tú ya los presuponías, porque
alguien antes te los había contado, pero la cosa es diferente cuando la vives en
primera persona.
Pero no pasa nada… ya he ido a la Oficina de
Empleo (no había mucha cola), saludaba, sonreía con complicidad con aquellos
vecinos de cola, ya que allí no hay navajazos para aquello de “-quitate tu,
para ponerme yo…”; todos somos iguales todos estamos parados…
Así es que te cuento esto Dámaso, para que veas
que hoy sigo siendo feliz, a pesar de enviar mensajes por el móvil que no
cuestan dinero esos inventos nuevos” Washap” creo que se llaman, y que intentas
comunicarte con alguien que pensabas que era amigo y no te responde una y otra vez… intentas
hablar con otro y te mira con cara de vehemencia y te dice “lo siento”,
hablas con otro y te dice “pre-jubilado”
¡que suerte!..., y al final hablo contigo Dámaso, que se que tampoco me vas a
responder… pero que estoy seguro que si me vas a comprender, y te doy las
gracias por el ratito que he podido molestarte.
Acabo con una canción que cantaban cuando yo
era muy niño, la cantaba un chico que se llama Julio Iglesias que decía “La
vida sigue igual”, y tu nuera, mi abuela decía que esa canción era una gran
verdad: “…Más si fracasas bien comprenderás los buenos quedan los demás
se van… la vida sigue igual”.
Dámaso, solo te pido que me ayudes a entender a
esos que no me logran entender. Recibe un beso de tu admirador y biznieto.
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