Enric Valls. EPDA Enric, me siento sólo, experimento un inmenso vacío y percibo que nadie me quiere aunque esté rodeado de toda mi familia, amigos y conocidos…- Comentaba el señor X en plena sesión, mientras en la ventana del despacho que daba a la calle, se veía reflejado un hombre físicamente débil, hundido por sus pensamientos obsesivos y emociones negativas.
El señor X (por darle privacidad), entre otros muchos factores, verbalizaba lo que muchas personas están viviendo en este mismo momento, sufrimiento por encontrarse sólo, por no encontrar a nadie que le comprenda nunca más, desengañado con el mundo y aturdido por la inmediatez, egoísmo, rápidez e individualismo que rige nuestra sociedad de hoy en día. El señor X sufría por y en soledad.
La soledad del latín solatis, decía mi querido Sigmund Freud, es un estado emocional que sobreviene cuando la persona no ha logrado las relaciones interpersonales íntimas o cercanas que desea.
Este estado de insatisfacción parece afectar a cada vez más personas que vienen a consulta pidiendo ayuda o incluso que abarrotan los despachos de atención primaria a pesar de que las condiciones de vida están mejorando.
Algunos datos según la Organización Mundial de la salud, indican que la soledad afecta en nuestro país a alrededor del 22% de la población joven y una tercera parte de las personas que superan los 63 años de edad.
Si bien es cierto, en general la soledad ha sido considerada como la ausencia de compañía y algunos autores lo han utilizado para referirse a una experiencia subjetiva mucho más compleja que tiene su origen en el modo en el que la persona percibe la calidad de sus relaciones, concretamente el psiquiatra americano Russell en el año 1982 tilda el concepto de soledad emocional.
Otros expertos y científicos en la materia como Gerson y Perlman consideran la soledad como un estado pasajero en el que la persona necesita experimentar y sentir para poder entrar en un estado positivo y beneficioso.
A esta falta de consenso habría que añadir el estigma social que suscita la soledad. Las investigaciones han puesto de manifiesto que las personas solitarias son evaluadas negativamente en el contexto social.
No resulta extraño entender que personas que se sienten solas traten de ocultar sus sentimientos para evitar el rechazo de la sociedad, dificultando de esta manera el estudio de este fenómeno.
La soledad es un proceso necesario, que la persona debe de experimentar para encontrarse consigo mismo y saber que es lo que quiere en su vida. Es como un vehículo de plenitud. De hecho, los monjes tibetanos consideran que la soledad no es algo deprimente, sino todo lo contrario, ya que valoran la soledad como una forma de iluminación espiritual que sana la mente y el espíritu.
Según Susan Cain, especialista americana en bienestar emocional, refiere que a través de la soledad podemos desarrollar y reforzar la creatividad, la innovación y el buen liderazgo.
Así que ya sabes, si te encuentras solo, sería un buen momento para conocerte, trabajarte y aceptarte.
@tupsicologovlc | www.enricvalls.com
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