La responsable del proyecto Foodcollect, desarrollado por el Instituto Tecnológico de la Alimentación (Ainia), Gabriele Kubiliute, con Ramonet. EFE/Ana Escobar Tiene un brazo
robótico, inteligencia artificial y visión por cámaras 2D y 3D. Le llaman
Ramonet y es un robot cuya misión es recorrer los campos de forma autónoma para
recoger fruta del suelo identificando las piezas que se pueden consumir,
evitando así un desperdicio que cada año supera los 30 millones de toneladas en
Europa.
Desarrollado por el
Instituto Tecnológico de la Alimentación (Ainia) en el marco del proyecto
Foodcollect, y al que los investigadores llaman cariñosamente Ramonet, este
robot puede identificar naranjas y caquis que se encuentren en buen estado pese
a haber caído al suelo y que por tanto se pueden consumir.
El robot creado en
Ainia, que forma parte de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat
Valenciana (Redit), es capaz de diseñar trayectos por los campos de cultivo de
manera autónoma y puede “leer” el espacio mediante sus cámaras en dos y tres
dimensiones identificando la fruta tirada por el suelo que, con algoritmos de
inteligencia artificial, clasifica en las categorías de “en buen estado”,
“picada” o “podrida”.
Así lo explica en una
entrevista con EFE la responsable del proyecto Foodcollect, Gabriele Kubiliute,
quien explica que muchas toneladas de fruta caen al suelo en los campos
"por las lluvias, las plagas o durante los propios procesos de recolección
de fruta de los árboles”.
Puede pasar que esta
fruta caída esté en mal estado para el mercado tradicional y en esos casos el
agricultor “normalmente no la recoge porque no compensa económicamente”. Pero
incluso ese tipo de piezas puede tener una segunda vida en forma de pienso para
animales, fruta deshidratada o zumos, como plantean desde Ainia en el marco de
otro proyecto del centro, Green Smart.
No obstante, en muchos
casos la fruta caída está en buen estado para ser consumida y el robot de
Foodcollect puede ayudar a detectarlo.
“La unidad robótica
tiene un cesto para almacenar la fruta, un brazo con una garra que la recoge
del suelo y una barra con dos cámaras”, explica Kubiliute.
Esta “barra” es el
módulo de visión del equipo, que está compuesto por una cámara 2D y una cámara
3D; la primera permite identificar la fruta, analizar su color, su textura y su
estado y la segunda se centra en analizar la forma, tamaño y la ubicación en el
suelo de estas piezas.
Cuando el robot avanza
por un campo y percibe un objeto, se para y sus cámaras sacan una foto de él, a
la que se le aplican los algoritmos que permiten detectar si es o no una fruta
y, en ese caso, si es o no comestible. En el caso de que lo sea, se activa el
brazo que la recoge y la deposita en el cesto.
El robot está entrenado
mediante algoritmos de inteligencia artificial no solo para “leer” el estado de
la fruta, sino también para hacer un “mapeado” del campo de cultivo, saber
cuántas calles tiene y por dónde debe ir para recoger la fruta de la forma más
eficiente posible.
Además, incluye un
sistema de evasión de obstáculos para mejorar la seguridad, de modo que el
robot no se puede chocar contra objetos ni con las personas, que pueden
trabajar en el campo a la vez que él.
También añade un GPS
para poder geolocalizarlo en cualquier momento y saber su posición exacta en la
plantación.
El proyecto,
financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace) a
través de fondos FEDER, se ha probado ya en campos de Anecoop y AVA-ASAJA con
naranjas y caquis por ser dos de los cultivos con más presencia en la Comunitat
Valenciana.
TAMBIÉN PARA
ANACARDOS, SANDÍAS O PARA LIMPIAR PLAYAS
Sin embargo, asegura
la ingeniera, se puede utilizar también con otras frutas, y socios colombianos
ya les han avanzado que “ven muchas posibilidades en la recogida de cacao o
anacardo, a pesar de que tienen un tamaño y una forma diferentes a los de la
naranja”.
Incluso se podría
recoger sandía aunque, eso sí, antes se debería modificar el brazo del robot,
que ahora solo puede levantar dos kilos, y cambiar la garra por otra que pueda
coger objetos más grandes.
En realidad, afirma
Kubiliute, con esta tecnología fabricada por la empresa Robotnik se puede
recoger “cualquier cosa”, de tal forma que Ramonet podría actuar como “un robot
de limpieza y orden en general”.
Entre sus potenciales
aplicaciones, destaca que podría usarse para retirar basura del suelo en las
ciudades o en las playas, para recoger un local tras el trabajo en restaurantes
o almacenes o como medio para limpiar un recinto después de conciertos o
festivales.
Aún así, "la
primera idea es revolucionar la agricultura y evitar un desperdicio de fruta
que asciende a 30 millones de toneladas al año en la producción primaria en
Europa, 80 millones cuando hablamos de vegetales en general”, concluye la
responsable de Foodcollect.
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