José Enrique García. /EPDASi alguna vez has participado en un proceso de selección, te sorprendería saber que algunas de las técnicas más efectivas de reclutamiento ya se usaban hace más de 2.000 años en el Imperio Romano. Los generales romanos eran auténticos expertos en captar talento, asegurando que sus ejércitos estuvieran conformados por las personas adecuadas, con las competencias necesarias y una motivación inquebrantable. No bastaba con tener un ejército numeroso, era imprescindible que cada integrante fuera la persona correcta para el puesto. Para ello, Roma desarrolló estrategias de reclutamiento que, aunque parezcan arcaicas, siguen siendo una referencia en el mundo de los recursos humanos.
El ejército romano no dejaba el reclutamiento al azar. Para atraer a las personas más aptas, los generales debían vender bien su "marca empleadora". Alistarse en la legión no solo garantizaba un salario estable –algo poco común en la época– sino también beneficios atractivos como la promesa de tierras, la ciudadanía romana y el prestigio de haber servido al imperio. Para muchas personas de las provincias conquistadas, unirse al ejército era un pasaporte hacia una vida mejor. Este concepto no es muy diferente del employer branding actual. Si una empresa quiere atraer talento, debe ofrecer más que un sueldo competitivo; tiene que comunicar qué la hace especial, cuál es su propósito y qué ventajas tendrá la persona que decida unirse.
El proceso de selección en Roma era riguroso. No cualquiera podía portar el escudo de la legión. Antes de ser admitidas, las personas aspirantes pasaban por filtros exigentes. Se evaluaba la condición física, la resistencia al cansancio y, lo más importante, la capacidad para seguir órdenes y trabajar en equipo. No muy distinto de las pruebas de habilidades, los assessment centers y las entrevistas por competencias actuales. El ejército romano sabía que no bastaba con que alguien quisiera el puesto, debía demostrar que era la persona adecuada.
A diferencia de lo que muestran las películas, los generales romanos no solo buscaban fuerza bruta. Las habilidades blandas eran igual de importantes. La disciplina era fundamental, ya que la legión se basaba en la obediencia estricta y la capacidad de seguir instrucciones. También se valoraba la resistencia al estrés, ya que en el campo de batalla la presión era extrema. No era suficiente ser valiente, había que mantener la cabeza fría en situaciones críticas. Además, la capacidad de adaptación era clave. El Imperio Romano conquistó territorios con climas y condiciones muy distintas, desde los desiertos de Egipto hasta las frías tierras de Britania. Las legiones debían ser versátiles, capaces de operar en cualquier entorno. Esto nos recuerda que, en el mercado laboral actual, la flexibilidad y la capacidad de adaptación son tan importantes como el conocimiento técnico.
Pero captar talento no era suficiente. Roma entendió la importancia de la fidelización mucho antes de que las empresas modernas lo hicieran. Para evitar deserciones y mantener la motivación, el imperio ofrecía beneficios a largo plazo. Quienes sobrevivían 25 años de servicio obtenían la ciudadanía romana, tierras y una pensión vitalicia. La lealtad no se lograba solo con disciplina, sino con una propuesta de valor a futuro. De la misma manera, las empresas de hoy saben que retener talento es tan importante como atraerlo. Programas de desarrollo profesional, beneficios adicionales y planes de carrera sólidos son esenciales para mantener a las personas comprometidas con la organización.
El legado del reclutamiento romano sigue vivo en el mundo de los recursos humanos. Las estrategias que usaron sus generales siguen siendo aplicables hoy en día, aunque con herramientas más modernas. Saber atraer talento, evaluar las competencias adecuadas, valorar las habilidades blandas y fidelizar a las personas son pilares que no han cambiado en dos milenios. Quizá no llevemos armaduras ni marchemos en formación, pero las empresas que aplican estos principios siguen conquistando su propio territorio en el competitivo mundo del talento.
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