Fernando de Rosa. En
esta vida, uno de los pasos más importantes que es decidir a lo que
nos queremos dedicar. Es importante ya que nos marca el inicio de un
gran cambio. En el momento de la adolescencia y juventud se suele
tomar esa decisión y eso marca nuestro futuro. Todas las profesiones
son importantes, aportan a la sociedad y ayudan a la realización
personal. No obstante, hoy quiero referirme a algunas en particular,
que precisamente en está situación que hemos vivido, han sido
claves para que pudiéramos salir adelante.
La
primera a la que me quiero referir es a las profesiones del mundo de
la medicina y la enfermería. Hemos visto en estos meses la gran
labor que han desempeñado. Han estado en contacto directo con los
pacientes afectados por la COVID-19, conformando la primera línea en
la lucha contra esta enfermedad en nuestro país y han sabido, desde
que empezó esta emergencia sanitaria, estar a la altura de las
circunstancias, con gran espíritu de sacrificio y compromiso. Era
justo que se les concediera el Premio Princesa de Asturias de la
Concordia 2020. De hecho, en los peores momentos de la crisis
sanitaria muchas voces se alzaron para reclamar que se les otorgara
ese reconocimiento. Sería justo que se hiciera un esfuerzo en todas
las Administraciones para evitar que continuaran algunos contratos
precarios y poco remunerados, y sobre todo, que tuvieran una
gratificación económica que estoy convencido que todos los
españoles aplaudiríamos.
El
segundo colectivo al que me quiero referir es al que esta formado por
los integrantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y el Ejército
español. Ellos también han sido clave en esta crisis. Con
obediencia, lealtad y espíritu de servicio, han trabajado duramente
manteniendo el orden y ayudando a muchos ciudadanos que se han
encontrado en dificultades. Han efectuado labores de desinfección en
calles, centros públicos y residencias de la tercera edad, centros
Penitenciarios, transporte público. Todo ello reconforta. Por eso,
debemos apoyar sus reivindicaciones de equiparación salarial y
mejoras laborales.
El
tercer colectivo son los docentes. La crisis obligó a suspender las
clases en todos los niveles, y con responsabilidad y gran esfuerzo,
han conseguido sacar adelante el curso, tanto en la educación
primaria, la secundaria y la universitaria. La educación debe de
ser más valorada y no puede ser objeto de actuaciones sectarias de
aquellos que quieren imponer un cambio social. Apoyemos a nuestros
docentes y mejoremos sus condiciones laborales, todo lo demás es
puro autoritarismo.
También
quiero referirme a los profesionales del Derecho: abogados,
procuradores y graduados sociales, que han estado trabajando para
garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos, a pesar de
que el Gobierno ha cerrado a la Justicia durante 83 días, con la
pretensión de evitar todos los controles. Han trabajado para que se
tutelaran los derechos y los han hecho con responsabilidad y
compromiso. Con el levantamiento de la suspensión de los plazos
procesales, llega el momento de la Justicia. El Poder Judicial tiene
ahora ante sí, el gran desafío de garantizar los derechos y
libertades frente a los tics autoritarios del Gobierno.Con tristeza
debo decir que esos tics se han puesto de manifiesto durante los
momentos más graves de la crisis sanitaria. Basta recordar en este
momento, por ejemplo, el afán por atacar la libertad de expresión
con la monitorización de la redes.
También
quiero reconocer el extraordinario trabajo realizado por los
farmacéuticos que han estado en primera línea durante la pandemia,
a pesar del abandono del Gobierno. Ellos han sido muchas veces los
que han dado cariño y sostén a personas con problemas derivados por
la angustia derivada del confinamiento. Es necesario que el
reconocimiento a su trabajo sea público por parte del Gobierno, el
cual no ha sabido valorar el papel que han jugado estos
profesionales.
Por
último, quiero destacar el trabajo de agricultores, pescaderos,
ganaderos, transportistas y trabajadores de la alimentación. Ellos
han sido verdaderos artífices de que haya podido mantenerse la
cadena alimenticia y no se haya producido desabastecimiento en los
mercados. Nunca podremos estar suficientemente agradecidos por su
trabajo y generosidad, puesto que han contribuido a que esta crisis
no haya sido mucho peor.
Hay
muchos otros profesionales, funcionarios de prisiones, de Justicia y
de las Administraciones públicas, que sin medios de protección han
acudido a su puesto de trabajo, sosteniendo la actividad esencial.
También hay que tener presentes a aquellos que realizando
teletrabajo, colaborando a que España no sufriera un colapso
inédito.
Por
último, no hay que olvidar a todos nuestros autónomos, empresarios
y comerciantes que han levantado las persianas de sus negocios con
graves dificultades y que deben sentir también nuestro apoyo y
calor.
Pero
sobre todo, debemos ayudar a todos los trabajadores que están en el
paro o sufriendo un erte, o simplemente angustiados por su futuro
económico, a todas las familias en riesgo de exclusión, a aquellos
que están en las colas de bancos de alimentos. No se pueden sentir
solos ni quedarse atrás. No necesitan propaganda gubernamental con
grandes palabras. Necesitan cobrar las ayudas y que tanto los ertes,
como la renta mínima, no solo se anuncien, sino que se cobren.
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