Toni Quintana./EPDA A todos nos preocupa y nos ocupa, como el lógico, la guerra de Ucrania. El conflicto desencadenado por Putin, además de la catástrofe humana que supone, está teniendo consecuencias indeseables sobre los mercados, sobre los precios de materias primas esenciales y sobre un factor tan importante como la energía.
Las tensiones inflacionistas afectan en mayor o menor medida a todos los países y sectores, pero no cabe duda de que, dadas las características de nuestros regadíos, donde es preciso recurrir al uso de la electricidad para extraer el agua que a menudo se encuentra a gran profundidad, el factor energético tiene una relevancia fundamental en términos de costes productivos.
Lo bien cierto es que las políticas del govern del Botànic vienen impulsando desde le primer momento la incorporación de energías renovables a todos los niveles y, de manera especialmente significativa, en el ámbito de las actividades económicas, entre ellas el sector agrario. Desde 2015, la Conselleria de Agricultura ha respaldado con cuantiosas ayudas el desarrollo de proyectos de modernización por parte de las comunidades de regantes, muchos de los cuales incluían la introducción de paneles fotavoltaicos que han ido reemplazando, y siguen haciéndolo, el empleo de esa energía eléctrica que de forma tradicional se ha utilizado para extracción del agua de los pozos.
Pues bien, la apuesta por esa energía más limpia y barata que los regantes valencianos han estado llevando a cabo se ha disparado en los últimos meses a raíz de escalada del precio de la electricidad por los motivos ya apuntados anteriormente. La necesidad de hacer frente a la actual coyuntura y abaratar los costes de producción está multiplicando el número de solicitudes para implantar energía fotovoltaica en la gestión del agua por parte de las comunidades de regantes.
Atendiendo a esta demanda creciente y con el objeto de ofrecer una respuesta adecuada que cubra las necesidades del campo, la Generalitat valenciana, a través de la Conselleria de Agricultura, pondrá en marcha una línea adicional específica dirigida a favorecer la instalación de placas fotovoltaicas en las infraestructuras que usan los agricultores para el manejo del agua que riega sus campos.
De esto modo, se acelerará, mediante ese estímulo suplementario, la transformación energética en la agricultura que, como hemos visto, ya estaba llevándose a cabo, al tiempo que se conseguirá un importante ahorro de los costes productivos, lo cual resulta tan necesario como imprescindible en un contexto como el actual. Estamos hablando, por tanto, de una medida que reviste un carácter especialmente estratégico por los múltiples efectos benéficos que proporciona.
Las situaciones conflictivas no son deseables y a nadie le gustan los escenarios marcados por la inestabilidad y la incertidumbre, pero es preciso que seamos capaces de afrontar los retos que van surgiendo y que hagamos nuestro el viejo adagio que afirma que un problema puede convertirse en una oportunidad, es este caso, la de la renovación energética.
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