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Llega el verano y mi
familia se dispone un año más a pasar las vacaciones estivales en Albalat del
Tarongers, con las primeros viajes transportando bolsas y maletas he descubierto
que desde el mes de marzo el servicio de Bankia ya no existe, ni atendido por
un cajero en algunas horas del día, ni atendido por un cajero automático las
24.
Curiosamente no
recuerdo haber leído en la prensa local ninguna queja municipal al respecto.
No obstante no puedo dejar de fijarme en que todavía en el viejo local de esta
sucursal, ahora cerrada a cal y canto, aparece el escudo de la Caja de Ahorros
y Socorros de Sagunto. Quién nos iba a decir que en el siglo XXI echaríamos de
menos el espíritu de ayuda, servicio y auxilio financiero de organismos del
siglo XIX como las viejas Cajas de Ahorro.
La realidad es que
gracias a la brillante gestión de Jose Luis Olivas y Rodrigo Rato los más de
22.000 millones de euros públicos inyectados en Bankia (a los que se suman
otros 120.000 millones en avales y otras medidas de financiación), han
servicio para que pequeñas localidades como Albalat del Tarongers se queden
sin la atención que merecen sus ciudadanos/as. Y no lo digo solo por la gente
que pasamos allí unos días y sufrimos el incordio de tener que desplazarnos
hasta Estivella o Gilet para poder sacar nuestro dinero, sino por un gran
número de personas de edad avanzada que no disponen de vehículo y que deben
hacer un sobre esfuerzo para hacer algo tan cotidiano como es realizar algún
trámite para pagar impuestos o sacar dinero. Desconozco las gestiones que ha
realizado su ayuntamiento, pero esta claro que no han dado ningún resultado.
El Alcalde de
Albalat debería enfundarse su mejor traje y mover alguna ficha para que la
entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri cumpla el papel social que le
corresponde. De lo contrario los vecinos y vecinas de Albalat deberían de
manera colectiva establecer contactos con otras entidades y trasladar sus
ahorros a aquellas que adquiriesen compromisos para dotar al municipio de un
servicio tan básico como este. A este nivel de desmantelamiento, quién sabe si
cualquier día aparece en la puerta del ayuntamiento el mismo cartel que en
Bankia: “Este ajuntament serà traslladat a Gilet... disculpe les molèsties”.