Gloria Folch, si se puede Aldaia. //epda 8
de marzo Día Internacional de la Mujer, esa mujer a la que cumplidos
los 50 escasean las oportunidades, que ha acabado en el paro y ya no
entra en el grupo de “joven y sin cargas familiares”, porque se
dedicó a trabajar y dar vida a una familia que, en el mejor de los
casos, tendrá cubiertas sus necesidades básicas; esa mujer que
sigue reivindicando un salario digno e igual al de los “hombres”,
la mujer que cuando accede a cargos públicos (que decir de altos
cargos en la empresa privada) debe demostrar que es la “Mujer
Maravilla”.
La
que crece en el patriarcado, aprendiendo a sobrevivir al machismo
imperante y consentido. Ese machismo que deshumaniza a la mujer para
poder hacer cualquier cosa sin remordimiento alguno. Ese machismo que
exige a los hombres no
llorar ni vestir con los colores de la vida,
que son todos. Esta educación que es Cuestión de Estado aunque no
lo quieran ver los siervos de la religión y el mercado de valores,
porque la avaricia ciega el alma y empobrece el corazón, necesita
muchos 8 de marzo.
La
Mujer que vive en la opresión social, familiar y laboral, en una
“jaula
de cristal”
como cantan nuestras chicas y chicos de Kairós,
sin atreverse a “romper
las cadenas”
porque se siente sola y sin aliento, hasta que gritemos ¡yo soy Tú!
como hacen ellas y ellos cada fin de semana.
La
juventud
de Kairós que comparte su tiempo libre cada sábado, algunos
domingos y parte de sus vacaciones, para enseñar que no se puede
vivir si no es en el respeto y la igualdad entre mujeres y hombres, y
el amor por la naturaleza.
Me
han hecho sonreír al comprobar que el presente tiene futuro, y no
es incierto, cuando cantan como lo hacen y sin miedo. Resultado del
trabajo de unas madres y padres comprometidos con la “Justicia
Social”.
Cuando
practico la Política, vivo. Cuando vivo mi intimidad no abandono la
reivindicación. En nuestras relaciones personales está la verdadera
evolución de la sociedad
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