Roberto junto a sus compañeros de expedición en la cima del Huascarán1.- Tu última aventura ha sido alcanzar la cima del Huascarán, una de las más emblemáticas. ¿Cómo fue la expedición?
Fue todo un éxito. Este año, según nos contaban los guías locales, la montaña estaba muy cargada de nieve, hasta hacía muy pocas semanas había estado nevando sin parar y estaba siendo difícil encontrar una vía de ascenso al Huascarán. De hecho, cuando llegamos a Huaraz, pueblo de montaña situado a 3.000 metros de altura, todavía no se había abierto la montaña, así la definen cuando todavía ninguna cordada ha podido hacer cumbre esa temporada. Mientras nos estuvimos aclimatando en montañas próximas, un guía local con dos clientes consiguió hacer cumbre, abriendo la montaña para el resto de expediciones. Durante nuestro intento a cumbre tuvimos una ventana de 2/3 días de más o menos buen tiempo y pudimos hacer cima.
2.- ¿Cuántas personas formabais parte de ella?
Éramos tres amigos y además compañeros de trabajo. Creo que es el número ideal para una cordada, ya que te permite una progresión más o menos rápida, una cordada de muchas personas unidas por una cuerda hace que la progresión sea muy lenta, y al mismo tiempo, te da la opción de que dos alpinistas se queden en el lugar de un hipotético accidente y el tercero vaya a buscar ayuda en caso necesario.
3.- ¿Cuál fue el momento más duro?
Nuestra intención siempre fue intentar la cumbre sin guías ni porteadores. En general es una montaña dura y llevábamos un peso en la mochila de unos 22 kg hasta el último campo de altura. Quizás sea eso lo más destacable y lo más duro. En más de una ocasión, subiendo con tanto peso, bromeábamos con: “¿Quién nos manda venir aquí?” y “Esta es la última vez”. Hubo dos situaciones que recuerdo como los momentos más difíciles de la ascensión. De campo 1 a campo 2, a las 03:00 de la madrugada más o menos, al pasar por la zona con mayor pendiente y más expuesta por el riesgo de avalanchas encontramos una zona difícil de nieve muy dura, casi hielo, en la que nos encontramos sin seguros intermedios y con momentos de mucha tensión. El segundo momento más duro fue en las últimas palas antes de cumbre, donde nos hizo un viento muy fuerte y frío, de hecho una chica que subía en otra cordada sufrió congelaciones en dos falanges de los dedos de la mano.
4.- ¿Pero compensó el sacrificio?
Sí. Al final todos pudimos hacer cumbre que era el objetivo.
5.- ¿De dónde te viene tu afición a la escalada?
Empecé a hacer montaña y a conocer el mundo de la escalada y el alpinismo a los 14 años. Yo estudié el BUP en el complejo educativo de Cheste, allí estábamos internos de lunes a viernes y mi hermana se había apuntado un par de años antes a un grupo de montaña. Me contaba todo lo que hacían: bajar con cuerdas por los edificios, hacer puenting,... y me apunté. Al poco tiempo, un buen amigo, Zapa, me propuso echarle una mano en una empresa de deportes de aventura, Kalahari, en la que hacíamos barranquismo, piragua, rafting...
6.- ¿Qué otros retos de este estilo has afrontado?
Siempre me ha gustado disfrutar de la montaña en muchos deportes, hubo un tiempo en que hacía mucha más piragua en ríos, aquí en España, en Marruecos... y ahora la tengo un poco abandonada. Si hablamos de alta montaña he hecho picos en Alpes, en el Atlas y aquí en el Pirineo y podría remarcar la ascensión a la Aconcagua, en la Cordillera de los Andes.
7.- ¿Y qué te planteas para el futuro?
Creo que la siguiente importante será un 7.000 en el Himalaya. No sé, quizá el año que viene.
8.- ¿Qué te aporta?
La montaña aporta muchos sentimientos mezclados: De soledad en muchas ocasiones. Solo con tu mochila, rodeado de nieve, hielo y picos, momentos de frío, intensos pero menos alegres. De satisfacción por conseguir la cumbre, aunque solo estés allí cinco minutos, por llegar arriba y ver todas las cumbres a tu alrededor. Es impresionante lo que se ve desde la cima, desde la cumbre de todos los picos.
9.- ¿Hay alguna relación entre tu profesión de bombero y tu afición a actividades de riesgo?
Yo más bien diría lo contrario, soy bombero gracias a mi afición por las actividades de riesgo. Un amigo y monitor de actividades de riesgo en Kalahari se fue de viaje con cuatro bomberos y después de diez días escuchando historias y servicios, cuando llegó vino decidido a ponerse a opositar para bombero. Fue él el que me empujó: “Vamos a apuntarnos a la academia y a preparar las pruebas físicas que a ti esto es lo que te va”, me dijo. Y así me dejé liar. Cuatro años opositando aquí y allá y al final entré en el Consorcio Provincial de bomberos de València, ejerciendo muchos años como bombero y recientemente como miembro del Grupo Especial de Rescate en Altura (GERA). Por ello, en muchos momentos del trabajo utilizo lo aprendido en la montaña y viceversa.
10.- ¿Has temido más por tu vida, en tu profesión o en tus expediciones?
La verdad es que he tenido algún susto que otro, tanto en la montaña como en el trabajo. Ahora mismo me viene a la cabeza una situación muy comprometida en un corredor en Pirineos. Pero creo que en el trabajo de bombero podría contarte al menos tres ocasiones en estos quince años en las que nos hemos asustado bastante en un servicio y hemos sentido peligrar nuestra vida.
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