La consellera Rosa Pérez Garijo en un momento de la entrevista Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Valencia, ha compaginado desde 2003 su actividad política a nivel local y provincial con la docencia como profesora en la facultad de Derecho de la Universitat de València. Desde el 2019 hasta la actualidad es Consellera de Participació, Transparència, Cooperació y Calidad Democràtica.
Nacida en los últimos coletazos del franquismo, vivió de niña la transición a la democracia, el intento de golpe de estado o la primera victoria socialista. Momentos históricos muy intensos, ¿qué recuerdos conserva de ellos?
Vivía en una casa muy politizada. Mi padre fue una persona muy activa políticamente, de hecho fue concejal por el Partido Comunista de España (PCE) en las primera elecciones democráticas, por lo que era habitual hablar de política en mi casa y esto me ha sensibilizado. Recuerdo, y era muy pequeña, el día de la matanza de los abogados de Atocha, el drama que supuso; recuerdo el día del golpe de Estado perfectamente; también la victoria del PSOE. Eran años muy convulsos pero que en las casas de los que éramos de izquierdas se vivía también con ilusión y ganas de construir un país democrático donde los derechos y libertades fueran avanzando. Fueron años en los que se pensaba que todo podía ser y que podía haber grandes cambios después de 40 años de dictadura. Recuerdo esos momentos de debates entre mis padres, o con los amigos de mis padres que venían a casa. Siempre digo que el recuerdo de mi infancia es una sede del PCE y una de Comisiones Obreras (CC OO). Recuerdo esos años con mucha ilusión y actividad política viéndolo directamente desde unos ojos de niña.
¿Por qué no se habla de política en las familias?
Porque se han encargado de mostrar la política como algo negativo, lo cual es terrible. Y es terrible además para un país como el nuestro que tiene una democracia en realidad tan reciente. Por desgracia, no venimos de países con una amplia trayectoria democrática, tenemos una democracia reciente después de 40 años de dictadura y que se ha creado una desafección muy grande entre la ciudadanía y lo que son las instituciones. Este hecho es tremendamente preocupante para el desarrollo democrático. Determinadas actuaciones políticas, vergonzosas, y nuestro territorio ha sido una gran ejemplo de ello, han creado esa desafección y ese discurso tan peligroso de decir que ‘todos los políticos son iguales’ cuando la realidad es que unos han estado y están en política para enriquecerse y otros estamos porque creemos en lo público, en construir una sociedad más justa, más democrática, donde mejoren las condiciones de vida de la ciudadanía. Al final, se ha visto como algo negativo y, por lo tanto, siempre que se habla de política mayoritariamente se habla en negativo cuando la política lo es todo, es lo que marca las condiciones de vida, los servicios públicos… Es preocupante.
¿Este hecho puede haber influido en la existencia de un voto joven a partidos de extrema derecha?
Que haya gente joven votantes de extrema derecha también viene derivado de una ausencia de políticas de memoria democrática durante muchos años en nuestro país. Quiero pensar, porque no puede ser de otra manera, que esta gente joven desconoce qué significa el fascismo y qué supuso el franquismo para este país. En este caso, estamos hablando de una barbarie que masacró los derechos humanos en este país y eso debería conocerse para poder garantizar que no pase nunca más. Por lo tanto, cuando tenemos a estos herederos del franquismo que, además, no tienen ningún tipo de tapujo en hacerlo público y esos seguidores, es una muestra de que hay un desconocimiento porque no puedo pensar que esta gente joven esté de acuerdo con todo lo que significa eso.
¿Son conscientes de que hay derechos con los que han nacido y se han criado que no son para siempre?
Efectivamente, es algo en lo que insisto mucho. Los derechos, desgraciadamente, no los podemos dar nunca por consolidados. La historia nos ha enseñado que el avance de derechos no se da de una manera lineal. Cuando acudo a un instituto o tengo a gente joven en un auditorio siempre pongo un ejemplo muy claro y fue el de nuestras abuelas, como a partir de 1931 empezaron a conquistar determinados derechos, podían empezar a estudiar, podían empezar a trabajar, podían jugar un papel político, empezaban a desarrollarse, formaban parte de esa España moderna que se estaba construyendo. Pero, a partir de 1939, nuestras abuelas fueron reducidas a personas de segunda categoría, relegadas al hogar familiar y a cumplir los deseos del marido. Ese manual que enseñaba a las mujeres a no molestar al marido, tener limpia la casa… Es un claro ejemplo de cómo los derechos pueden ir hacia atrás y la gente joven debería ser consciente de los peligros que acechan nuestros derechos y nuestras libertades.
¿Por qué los alemanes de todas las generaciones saben perfectamente lo que sucedió en su país y aquí no ocurre lo mismo?
Porque aquí no hubo una clara ruptura política con la dictadura. De hecho, los tribunales franquistas pasaron a ser democráticos al día siguiente y se intentó que imperara un silencio que se ha alargado muchísimo. Han pasado tantos años que todas esas generaciones que han ido creciendo en este contexto, a no ser que en casa lo oyeran y tuvieran una sensibilidad, tienen un enorme desconocimiento de lo que ha pasado y no ha querido enseñar en las aulas. Cuando estudié EGB nadie me enseñó lo que había sucedido en España, que había habido una república, un golpe de estado, una guerra civil, una dictadura…, eso no se enseñaba en los colegios ni tampoco nos lo enseñaron en el instituto. Como profesora de facultad puedo decir que tenía alumnos –la mayoría- que se iban a licenciar sin saber lo que había pasado en este país. Eso, como decía antes es muy peligroso, porque como dice ese famoso proverbio ‘Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla’. En la Comunidad Valenciana ha sido en los últimos ocho años cuando se han hecho unas políticas de memoria democrática que no se habían hecho durante todos estos años y que estaban pendientes. La Ley de Memoria Democrática que se ha aprobado a nivel estatal también avanza, pero durante muchos años esto ha sido tabú, no se ha hablado, no se han hecho esas políticas de memoria, de justicia y de reparación que, al mismo tiempo, son una garantía de no repetición.
En cuanto a derechos, estamos a las puertas del 8 de marzo y me gustaría que me hablara del papel de la mujer en la política. ¿Las mujeres de su generación todavía han tenido que empujar con fuerza para tener su espacio en este ámbito?
Las mujeres tenemos que empujar cada día. No hay discurso más peligroso para las mujeres que se intente hacer creer que la igualdad efectiva es una realidad porque no es así. Es cierto que las mujeres ocupamos puestos en política y es cierto que la ley que se aprobó para tratar de llegar a la igualdad efectiva ha propiciado cambios que han hecho que las mujeres puedan estar en determinados aspectos de la vida social, pero las mujeres tenemos todavía muchos problemas para ejercer determinada autoridad, no se acepta la autoridad en una mujer, no se aceptan determinadas cosas y, por mucho que haya leyes que digan que sí que hay una igualdad, la realidad es que no. Hay gente que le cuesta mucho aceptar determinados roles en la mujer, a veces de manera consciente a veces de manera inconsciente, pero estamos continuamente puestas en cuestión. Frente a eso nos encontramos discursos también peligrosísimos ahora como tratando de hacer ver que las mujeres no solo que estamos en igualdad sino que estamos en grado de superioridad, lo cual es totalmente falso y es un problema peligroso porque no vamos a seguir avanzando. Hace falta un cambio de cultura, de mentalidades, porque nosotros también somos herederos todavía de esos 40 años de franquismo que situaban a la mujer en un papel muy secundario y, eso, ha calado. La mayoría de una generación muy importante han sido educados por mujeres y hombres que vivieron ese tiempo y hace que eso todavía tenga sus coletazos. Sería la gente joven la que ya tendría que haber dejado todo eso muy atrás pero no se acaba de ver así. Y aunque es verdad que ocupamos puestos de responsabilidad, nunca se mira igual a una mujer que a un hombre. Hace falta un cambio de mentalidad y de determinadas aceptaciones.
¿Cuándo sintió la necesidad de implicarse en política?
En mi casa siempre se ha vivido la vocación de luchar y trabajar por un mundo más justo, solidario y equitativo. Eso es algo que interiorizas y desde que eres muy pequeña alzas la voz cuando no ves algo justo. De más mayor, siempre he estado organizada, he buscado juntarme con más gente para avanzar. Cuando entré en la facultad me vinculé al BEA (Bloc d’Estudiants Agermanants), que era donde estaba entonces la gente de Esquerra Unida. La militancia y el activismo han sido una constante en mi vida. La militancia es algo que es para toda la vida, aunque en cada momento juegues papeles distintos.
Las primeras exhumaciones públicas en la Comunitat se empezaron a hacer cuando entró usted como diputada de memoria histórica en 2016. ¿Por qué tuvo tanto empeño en este tema?
El empeño viene del resultado de todo lo que estamos hablando. De cómo se hizo la transición en este país y de cómo después se ha dado la espalda a todo lo que había pasado y a las familias de las víctimas. Para mí era una cuestión muy injusta. Un país no puede avanzar en democracia si no mira todas las tropelías que han pasado e intenta reparar. Insisto mucho en memoria, justicia, reparación. Hay muchas cuestiones vinculadas a los 40 años del franquismo pero el tema de las fosas era una cuestión de dignidad. No puedes construir una democracia encima de las fosas comunes de aquellos que fueron asesinados por defenderla. Era una cuestión que no podía esperar más. Fue un tema que tuve claro desde el principio. Lo intenté cuando estaba en la oposición pero si el que gobierna no tiene ningún tipo de sensibilidad es como predicar en el desierto. Pero poder llevar una responsabilidad en la que piensas que se pueden hacer muchísimas cosas y que, de repente, las puedas hacer tú pues claro que te empeñas, te empeñas mucho y eres muy pesada.
¿Recuerda situaciones especialmente emotivas?
Han sido muchos momentos emotivos. En la primera fosa recuerdo a una mujer muy mayor que buscaba a su padre e iba muchos días, cargada con una silla plegable, y se ponía al lado de la fosa mientras exhumaban. Imaginar los calvarios que había vivido esa mujer, en el momento de quedarse huérfana, de perder lo que más quería, unido al silencio, la estigmatización, la humillación… A los rojos y a las rojas no les permitieron ni siquiera llorar a los suyos. Podemos imaginar algo tan terrible. Cuando te arrebatan a alguien que quieres ya vives una situación durísima pero, además, que te quiten todo eso. Esta mujer se me ha quedado grabada, pero se me ha quedado mucha gente en el corazón. Me sabía mal que la gente agradeciera continuamente lo que estábamos haciendo. Me daba vergüenza porque me estaban dando las gracias por cumplir con mi obligación. Yo he hecho solo lo que tenía que hacer. Esto es una obligación que tenían las administraciones públicas. Te dan las gracias por hacer algo que se considera excepcional cuando debería haber sido algo normalizado.
¿Qué balance hace de su paso por Conselleria?
Han sido cuatro años difíciles con una pandemia que ha sido la prioridad. Siempre me gusta decir que tengo una conselleria que es muy bonita y que si tuviera que tener un nombre corto sería Calidad Democrática. Hemos avanzado en estos años, en Participación hemos hechos los primeros presupuestos participativos autonómicos, somos la primera comunidad autónoma en llevar adelante un proyecto tan ambicioso. En Transparencia somos el gobierno autonómico más transparente de todo el Estado español y vamos avanzando e innovando. En Cooperación somos la comunidad autónoma que más destina a la cooperación pasando de los 32 a los 72 millones. Vamos de la mano además de la sociedad civil, trabajamos con la coordinadora de ONGD que tan buen trabajo ha hecho incluso en los años en los que el gobierno valenciano se lo puso muy difícil. En Calidad Democrática no solo hemos impulsado el tema de las fosas sino también el banco de ADN, el catálogo de vestigios franquistas, estamos democratizando nuestras calles, avenidas y pueblos. Esperamos tener ese mausoleo pronto, ese instituto de la memoria… Siempre quieres hacer aún mucho más, pero creo que sí hemos avanzado. Cuando uno se va de una institución tiene que mirar y pensar en lo que ha supuesto su paso por ese puesto. Eso siempre lo he tenido muy claro allí donde he estado. Es un privilegio poder llevar adelante lo que tantos años has reivindicado. Por eso la política es tan bonita cuando la quieres utilizar de una manera positiva y me preocupa mucho que se la degrade y se ponga a todos al mismo nivel.
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