Rover Portella.Foto: EPDA.
Roverlein Portella es el entrenador, amigo y padre
de Rover. Desde muy pequeño comenzó a enseñarle la técnica del judo en su
propio gimnasio, el Olímpic de Puçol. Con el tiempo, el pequeño Rover comenzó a
competir y a ganarlo todo: alevín, infantil, cadete, juvenil y ahora sénior.
El sueño de Rover Portella siempre ha sido el mismo:
llegar a representar a España en unos Juegos Olímpicos. La oportunidad la
tendrá en Río de Janeiro en 2016. Con ese objetivo entrena cada día y acude a
cuantos torneos puede.
El último fue el domingo 28 de octubre, en la Copa
de Aragón. No había entrenado antes porque salía de una lesión, así que se
acercó sólo a respirar el ambiente y, si notaba buenas sensaciones, competir.
Pero no había interés en forzar demasiado, por si acaso.
Debieron ser muy buenas las sensaciones de Rover en
la ribera del Ebro, porque comenzó a competir y a ganar todos los combates por
KO… bueno, sería por KO en boxeo, en judo a ganar de calle se le llama ippon:
la técnica que consiste en derribar al adversario para que caiga con la espalda
completamente pegada al tatami, o lograr inmovilizarlo más de 25 segundos.
Uno a uno, cayeron sus cuatro oponentes por ippon y
Rover, cansado por su reciente convalecencia, se presentó en la final con
cierta desventaja. Aunque para entonces ya había hecho lo más difícil:
conseguir la máxima puntuación en la Copa de Aragón.
La final fue otra cosa. Un combate largo. Disputado
hasta el último segundo. Nadie consiguió un ippon y hubo que decidir a los
puntos. Venció Rover. Una vez más. Medalla de oro. Y vuelta a casa. A seguir
con los entrenamientos.
Llegamos a la temporada de judo y los torneos son
casi semanales. Hay que estar preparado. Llegar a Río de Janeiro exige un
trabajo diario. Y en ello anda concentrado Rover, siempre con su entrenador
vigilándolo de cerca. Por algo lo cuida como a un hijo.
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