Cuando uno está aprendiendo a hacer cosas, sea lo que sea, lo que aconseja cualquier educador es empezar por lo sencillo para acabar haciendo lo simple. Luego poco a poco, vas cogiendo el tranquillo y te vas atreviendo con cosas más complejas, más difíciles.
Este principio de puente hemos vivido una de esas situaciones tan españolas, tan esperpénticas que nos hacen únicos en Europa y el mundo, quizá por eso los alemanes e ingleses quieren venir aquí a pasar su vejez; leen en la prensa alemana lo que ocurre en España, se descojonan y quieren venir aquí para verlo en directo y a la vejez ya que, unas risas, alargan la vida.
Todo el mundo acusaba a Zapatero de no saber tomar decisiones importantes de forma decidida, a tiempo y por supuesto, medidas que sean eficaces para solucionar un problema, por eso, quizá, el profe Rubalcaba le había planteado un ejercicio práctico.
“Vamos a ver José Luis, sabemos que los controladores aéreos están a la que saltan, pues vamos a hacer que salten, el mismo día que empieza el puente. Les metemos, por decreto, una modificación de sus condiciones laborales y ellos se rebotarán, luego apareces tú y lo solucionas, es fácil porque la gente se cabreara con los controladores”.
En efecto, así ha pasado, los controladores cometiendo una grave irresponsabilidad, una gran torpeza y presuntamente un delito dejando de golpe, las torres de control. Se cierra el espacio aéreo español y se lía parda. Todos los ciudadanos con sus vacaciones hechas de pronto tirados en el aeropuerto, ningún avión sin poder cruzar España, caos total.
Y aparece Pepiño Blanco ( don José) y dice que en cinco horitas tendrá preparado otro decreto ley para facultar al Presidente del Gobierno para mandar al ejército en estas circunstancias. Oye, dicho y hecho, en cinco horitas Zetapé, por decreto exprés, puede hacer con el ejército lo que sólo se puede hacer mediante el procedimiento que manda la constitución.
Menuda metida de gamba, nadie dice nada porque todo el mundo está sin poder reaccionar, ni si quiera el PP que se remite a decir “Que el Gobierno solucione esto”. Habían dado una solución ilegal, anticonstitucional, cocinado en cinco horitas y nadie decía nada.
Al día siguiente los controladores, que ya eran odiados por ese maniqueo argumento, de poner el foco en lo que cobran y en la casta tan privilegiada que son, eran ya super-odiados de la muerte. Había truncado las vacaciones del personal que con tantas ganas había preparado. Entonces entra Zapatero y no sé si es que se dan cuenta de la metida de pata o lo tenían planeado, se reúnen en consejo de ministros extraordinario y declaran el estado de Alarma previsto en la constitución y en la Ley Orgánica que lo desarrolla. Y es lo que tenía que hacer. Sin duda. El Gobierno actuó bien. Actuó bien para solucionar una crisis que ellos habían, por lo menos, empujado.
Entra el ejército a manos de la ministra nacionalista pacifista ( otro motivo de descojone internacional) y toma las torres de control y dice a los controladores que o curran o a la cárcel y los controladores a currar, normal.
Y más les valdría porque el farol de poner a los controladores militares no había calado, ellos ni son tantos ni están especializados en el control aéreo civil, quizá por eso, la única forma de obligar a los controladores civiles a currar era decretar el estado de alarma.
A Zapatero le entra el miedo escénico y ni se asoma a la ventana de la Moncloa y manda a Rubalcaba a dar la cara, cosa inexplicable salvo por el carácter insulso del presidente. Un estado de Alarma, el primero de toda la historia de la democracia ( como si fuera el vigésimo quinto) es algo que ha de anunciar el Presidente del Gobierno, haber mandado a Rubalcaba es un acto tan cobarde que no tiene explicación. Bueno sí.
Total, que los controladores aéreos vuelven a sus puestos de trabajo, se abre el cielo español y Zapatero está contento porque ha tomado una decisión difícil en una situación prefabricada, da una imagen de persona decidida, inflexible pero que es incapaz de serlo frente al ciudadano.
Por eso esta lección de cómo tomar medidas difíciles era sencillita, teníamos un supuesto de hecho prefabricado, con la opinión del respetable contra los controladores así que, por lo menos, ya no está contra el Gobierno, y la oportunidad de parecer lo que se te acusa de no ser: un Presidente del Gobierno.
El problema de todo esto es que aparentar, aunque tenga más letras que ser, no deja de ser una ilusión y la única realidad es que Rubalcaba ha sido el gran beneficiado de esto, ha sido él el que ha hecho las veces de Presidente del Gobierno, ha hecho de valido de Zapatero y esta figura, también tan española, no trae más que ingratos recuerdos de reyes cobardes y de validos peligrosamente ambiciosos.
La ventaja que tenemos sobre aquella época es que ahora hay elecciones. De ahora hasta que las haya asistiremos a más cortinas de humo para desviarnos de lo importante: la enorme crisis que padecemos y que no se soluciona con espectáculos de calle, teatrillos de sainetes y trucos malabares.
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