En nuestro devenir, iniciamos la ascensión por el barranco de Ajuez, donde se encuentra el pequeño embalse, de construcción probablemente árabe. Foto: EPDA.
La ruta, catalogada como de
dificultad baja dentro de nuestro argot, cumplió las expectativas ya que su
recorrido es propicio para deleitarse con la infinidad de vistas y rincones que
a cada paso va descubriendo el sendero. Todo ello flanqueados entre pinos,
carrascas y altivos farallones de rodeno, dando un cromatismo especial a pesar
del día que nos deparó, pues llegaron a caer algunas vulvas de nieve que
afortunadamente no cuajaron.
En nuestro devenir, iniciamos la
ascensión por el barranco de Ajuez, donde se encuentra el pequeño embalse, de
construcción probablemente árabe. Tras una ascensión cómoda llegamos hasta la fuente
Fresca, donde el agua tenía una fina capa de hielo. Superadas unas lazadas del
sendero, éste nos sitúa en las antiguas minas de cinabrio, donde aún quedan
restos del material empleado en las labores de extracción del mineral.
Nuestro siguiente punto de
interés nos conduce hasta el pico Nevera, no sin antes visitar su nevera. Tras
una pausa y contemplar el paisaje que se nos brinda, retomamos nuestro sendero
para dirigirnos hacia Chóvar. En el camino, de nuevo restos de otra explotación
minera y vistas espectaculares desde la vertiente contraria del barranco por
donde hemos realizado la ascensión, haciendo así la ruta circular.
Sólo me queda agradecer la
compañía de este selecto grupo que me han acompañado en la realización de esta
ruta y espero que la próxima nos acompañen más senderistas.
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