Eduardo Ovejero.
Gran
parte de los ciudadanos, están hastiados, cabreados y escépticos.
Ya lo evidencié en mis anteriores artículos de El Crisol, y ellos
lo han manifestado en las pasadas Elecciones Europeas, mostrando y
expresando su decepción, rechazando a los políticos y a los
Partidos establecidos.
Es
el momento de valorar esta actitud de casi el 50% de ciudadanos,
absteniéndose. Algunos la han achacado al desinterés de la gente
por quienes vayan a gobernar en Bruselas, a la creencia, “que da lo
mismo, por qué todos son iguales”, pero NO la abstención, NO se
puede computar. Lo que vale en unas Elecciones, no son la Abstención,
o los votos en blanco o nulos, y han sido muchos, si no los emitidos.
Esos sí que cuentan, de ahí que pedíamos aunque fuese “tapándose
la nariz”, se acudiera a votar.
No
podíamos ni debíamos olvidar, que durante Siglos, los países, los
Ciudadanos de Europa vivían enzarzados en guerras, unos contra
otros. Tras la Segunda Guerra Mundial, grandes estadistas decidieron
parar aquella sistemática confrontación, y lo consiguieron con el
nacimiento de la Unión Europea. Hace ya casi SETENTA años, durante
los cuales hemos aprendido a convivir. Por ello con nuestro Voto,
fuese a quien fuese, ayudábamos a conservarla, a consolidarla.
Pero,
no ha sido así. Casi un 50% de españoles, y de europeos, han
decidido no participar, y esa apatía, ha abierto el camino, ha
dejado el campo libre, a los fanáticos y hemos puesto en peligro, la
paz, el status ciudadano DE 70 AÑOS. Si más de la mitad del censo
electoral europeo no ha acudido a votar, y si en los sufragios
emitidos se ha producido un incremento notable de votos a partidos
euroescépticos, el escenario político europeo se inestabiliza
grandemente. ¿En qué medida esto puede poner en peligro el conjunto
del proyecto europeo?
Deberíamos
también preguntarnos por qué una protesta que en el resto de Europa
se ha canalizado en buena parte hacia un populismo conservador, e
incluso a veces hacia un populismo en el que aún quedan restos de
nacionalismo, se ha desviado en España hacia un movimiento
izquierdista básicamente tercermundista.
Sin
olvidar que España es uno de los pocos países de la UE donde el
partido gobernante ha ganado las elecciones europeas a pesar del
desgaste que supone estar en el gobierno, hay que analizar por qué
suben de 6 a 10 los partidos/coaliciones españoles representados en
el Parlamento Europeo. Esa atomización puede tomarse como muestra de
desconcierto en el electorado, así como de una profunda desafección
de éste por la forma de hacer política en nuestro país. ¿Hasta
qué punto esto es reversible a corto plazo?
Esa
dispersión del voto ¿hasta qué punto puede serextrapolable a
las citas electorales del año próximo (municipales, autonómicas y
generales)?
Desde
luego, las lecturas complacientes de los resultados tipo, “el
pueblo recuperará la cordura en las Locales, Autonómicas o
Generales”, no parecen el camino adecuado para conseguirlo.
Probablemente el castigo impositivo a las clases medias y el retraso
de las promesas electorales, por motivos de la situación económica
encontrada, unidos al descubrimiento asombrado de una presunta
corrupción no generalizada, ha producido desánimo y decepción, más
que indignación, y ello ha alentado a muchos votantes populares,
quedarse en casa.
A
alguno puede acecharle la duda de si lo que ha pasado se queda “un
aviso a navegantes”. Y yo pienso, que estas Elecciones marcan un
punto de inflexión y que es poco probable que la gente recupere la
confianza en los grandes partidos salvo que éstos realmente hagan
algo para merecérselo. Y hoy acabo, como empecé un artículo hace
tres meses, el Partido Popular, sólo depende de él.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia